Desde 1979, OFFCORSS ha transformado la moda infantil en Colombia con color, creatividad y autenticidad. Hoy, celebra su aniversario número 46 como pionera de la categoría y como un símbolo que conecta a varias generaciones con su niño interior.
Lo que nació como una respuesta a la falta de color en la ropa para bebés se convirtió en un proyecto que revolucionó el mercado y marcó un estilo propio, rebelde y creativo, que ha acompañado a varias generaciones de familias colombianas.
La historia comenzó con Juan Camilo Hernández y su esposa, María Gloria Mejía. Cuando esperaban a su primer hijo, notaron que en el mercado solo había prendas en tonos pálidos: rosados, amarillos y verdes tenues. Esa limitación inspiró una idea distinta: crear ropa para despertar los sentidos de los niños con colores vivos. Así nació una propuesta que rompió moldes en un segmento acostumbrado a lo convencional.
El nombre también tiene una historia particular. En una fiesta, el publicista Michel Arnau respondió con un Of course cuando Hernández le pidió ayuda para nombrar la marca. Esa expresión casual se transformó en identidad y, con una ligera variación gráfica, dio vida a OFFCORSS. Desde entonces, la marca se diferenció por apostar por lo disruptivo, en su estilo y en la forma de comunicarse con el público.
El nombre también tiene una historia particular. En una fiesta, el publicista Michel Arnau respondió con un Of course cuando Hernández le pidió ayuda para nombrar la marca. Esa expresión casual se transformó en identidad y, con una ligera variación gráfica, dio vida a OFFCORSS. Desde entonces, la marca se diferenció por apostar por lo disruptivo, en su estilo y en la forma de comunicarse con el público.
Esa disrupción también se trasladó a las tiendas. La primera abrió en Bogotá con un sofá de cuero que, lejos de ser un objeto elegante intocable, se convirtió en un espacio de juego. Allí, los niños podían brincar, comer crispetas y ensuciarse sin restricciones. El mensaje era claro: las tiendas no estaban pensadas solo para que los padres compraran, sino para que los niños vivieran experiencias divertidas.
Con el tiempo, elementos como crispetas, móviles hechos con piezas recicladas y detalles lúdicos se convirtieron en parte del ADN de la marca. La creatividad también diferenció sus campañas publicitarias. Una de las que más recuerda Hernández es La guerra de las pinturas, con la que los niños se divertían lanzándose bombas de color sobre la ropa, un mensaje que reforzaba la idea de libertad y alegría.
OFFCORSS también lideró iniciativas solidarias, como la donación de prendas usadas para beneficiar a comunidades necesitadas y demostrar que la marca buscaba inspirar desde lo creativo, pero también desde lo humano.
Artículo publicado en la edición #500 de los meses de octubre y noviembre de 2025.
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