
Dos marcas que han marcado generaciones en Colombia se unen en una colaboración inesperada que mezcla nostalgia e innovación.
En el mercado de consumo masivo pocas noticias generan tanta conversación como la unión de dos marcas con estatus de ícono. Bon Bon Bum y Manzana Postobón lo lograron: unieron sus sabores más reconocibles para crear productos que apelan tanto a la memoria colectiva como a la novedad.
Las marcas entendieron que, más allá del sabor, lo que realmente conecta con los consumidores es la emoción. Beber una gaseosa que sabe a Bon Bon Bum o probar una colombina con el sabor de la manzana rosa de Postobón es revivir momentos de infancia y, al mismo tiempo, descubrir algo completamente nuevo. Esa mezcla de recuerdos y sorpresa se convierte en el corazón de la estrategia.
Aunque la innovación suele asociarse con tecnología o propuestas radicales, este lanzamiento muestra otra cara: la innovación emocional. No se trata solo de ingredientes o empaques distintos, sino de la capacidad de reinterpretar lo conocido para generar experiencias que conecten con las personas en un plano íntimo y cultural.
Hacer que la fórmula funcionara no fue cuestión de un día. Durante más de seis meses, los equipos de investigación y desarrollo de Colombina y Postobón trabajaron en ajustar proporciones, tonalidades y perfiles de sabor para que la esencia original no se perdiera en la mezcla. El resultado es una gaseosa de fresa con “toque Bum” y una chupeta de manzana rosa que, pese a ser nuevas, se sienten familiares.
El carácter temporal de esta colaboración no es casual. Las ediciones limitadas generan urgencia, impulsan la compra inmediata y convierten el producto en objeto de deseo. En este caso, el mensaje es claro: pruébalo ya o corre el riesgo de perderte la experiencia.
El lanzamiento llegó de inmediato a supermercados, tiendas de barrio, mayoristas y cadenas de conveniencia. Con ello, las compañías no solo apuntan a la masificación, sino también a democratizar la innovación: no se trata de un producto aspiracional, sino de uno pensado para estar al alcance de cualquier colombiano.
Bon Bon Bum y Manzana Postobón no son simples marcas. Son símbolos de cultura popular, presentes en cumpleaños, recreos escolares y celebraciones familiares durante generaciones. Esta alianza refuerza esa condición cultural, consolidando la idea de que la mercadotecnia también puede ser un vehículo para contar historias de identidad nacional.
La colaboración se expandió con las Gomas Grissly en sabores de Postobón. Este movimiento muestra que no se trata de un gesto aislado, sino de una estrategia más amplia para integrar universos de sabor bajo un mismo paraguas creativo. Además, el guiño de las gomitas en forma de botellas refuerza la narrativa lúdica.
En un contexto donde abundan colaboraciones entre marcas, no todas logran ser relevantes. La diferencia aquí radica en la pertinencia: ambas compañías comparten valores de cercanía, diversión y espontaneidad. La unión no se percibe forzada, sino natural, casi inevitable. Eso es lo que le da potencia al mensaje.
Este caso se convierte en una lección de marketing para el sector: la innovación no siempre está en lo nuevo, sino en cómo se reinterpretan símbolos ya instalados en la mente de los consumidores. La alianza entre Bon Bon Bum y Manzana Postobón no solo busca ventas inmediatas, sino también recordación, conversación y un lugar en la historia del consumo en Colombia.
También te puede interesar: Sebastián Díez, presidente ejecutivo de Inexmoda, es incluido en el BoF 500 en la categoría ‘Catalysts’