
La sostenibilidad es, probablemente, la palabra a la que más palo le daremos después de digital: lo que viene a salvarnos, en lo que tenemos que volvernos expertos, lo que más nos va a ayudar a vender… y el afán de las compañías por ser “sostenibles” cae en intentos vacíos y cortoplacistas que terminan rayando en greenwash y pinkwash. La sostenibilidad se ha vuelto tan popular como carente de sentido, lo cual genera frustraciones tanto en las empresas como en los consumidores.