Corona y Ducales lograron que un ritual heredado de abuelos y madres volviera a ser tendencia nacional: el migao pasó de la tradición a la conversación contemporánea gracias a una estrategia que mezcla memoria, innovación y una lectura precisa del consumidor colombiano. Conoce todo en la video entrevista hecha por P&M con, María Adelaida Cano, La líder regional de Ducales y Mauricio Madrid, el gerente de Chocolate Corona.
Pocas marcas gozan de un arraigo tan profundo como Chocolate Corona y galletas Ducales. Con más de seis y cuatro décadas en el mercado respectivamente, y con presencia en seis de cada diez hogares, ambas han construido no solo consumo sino memoria afectiva. Son parte del inventario emocional de millones de familias: esas primeras tazas de chocolate preparadas por la mamá o la abuela, esos rituales que no se olvidan.
De ese vínculo nace su responsabilidad cultural: preservar y actualizar tradiciones que definen la identidad del hogar colombiano. Una de ellas es el migao, una preparación sencilla que durante décadas permitió darle nueva vida a amasijos del día anterior, convirtiéndose en un gesto de ingenio, amor y aprovechamiento que marcó a generaciones.
La búsqueda de revitalizar este ritual abrió una oportunidad estratégica: transformar una costumbre asociada a los abuelos en un movimiento contemporáneo.
Así nació la iniciativa “El migao está pegao”, que activó múltiples puntos de contacto, redes sociales, creadores, experiencias gastronómicas, para llevar el migao al centro de la conversación cultural. Más de 150 restaurantes en 39 ciudades incorporaron versiones propias, convirtiendo la tradición en una experiencia viva y actual. Pero el reto mayor fue conquistar a los jóvenes. Allí la versatilidad del migao se volvió aliada: queso, chips de chocolate, helado, toppings dulces o salados. Cada combinación construyó un lenguaje nuevo, permitiendo que esta generación apropiara la receta a su estilo.
La estrategia entendió que la tradición sólo se mantiene vigente cuando evoluciona. Por eso el portafolio también se adaptó a nuevos ritmos de vida: Corona Instantáneo responde a hogares que buscan rapidez sin renunciar al sabor clásico, mientras Ducales expandió formatos y creó ediciones limitadas inspiradas en combinaciones soñadas por los consumidores, desde chocolate hasta cookies & cream y arequipe. Estas innovaciones no abandonan el origen: lo amplifican.
El migao se convirtió entonces en un ecosistema. Más de 2.000 puntos de venta impulsaron la compra cruzada entre Corona y Ducales y más de 17.000 personas visitaron restaurantes que incluyeron el plato en su oferta, dinamizando emprendimientos locales y generando economía alrededor de la tradición.
A esto se sumaron experiencias de marca que reforzaron la conexión emocional. Ducales desarrolló barras de toppings donde los consumidores podían experimentar libremente, exaltando su famosa versatilidad. En redes, miles de usuarios comparten sus recetas caseras, mostrando que el migao volvió al centro de la mesa familiar. El fenómeno trascendió la campaña: hoy más restaurantes incluyen el plato en su carta y más hogares lo preparan con orgullo. Como la bandeja paisa o el tamal, el migao aspira a convertirse en un símbolo culinario estable. Corona y Ducales no solo recuperaron una receta: reactivaron un pedazo vivo de la identidad colombiana, demostrando que una tradición bien narrada, bien entendida y bien vivida puede convertirse en un movimiento cultural que une generaciones.