El mercado global vivió 48 horas de vértigo: rumores, evaluaciones internas, negaciones oficiales y caídas en bolsa. Más allá de que Yannick Bolloré, CEO de Havas, desmintió cualquier fusión, el episodio dejó al descubierto la presión que vive la industria para reacomodarse en medio de un ciclo de fusiones, debilidad financiera y ambición tecnológica.
La historia comenzó con una filtración: Ad Age informó que WPP y Havas estarían explorando una posible fusión o asociación estratégica. El contexto ya estaba caliente: la integración Omnicom–IPG avanzaba hacia su cierre este mismo mes, creando el grupo de agencias más grande del mundo. La noticia de un potencial acuerdo WPP–Havas no solo sorprendió; sugirió que la ola de consolidación estaba lejos de terminar.
Desde ese primer reporte, las versiones empezaron a multiplicarse. Fuentes cercanas señalaban que había “conversaciones serias” entre las partes, mientras otras afirmaban que WPP, en realidad, no había sostenido ningún diálogo con Havas. Paralelamente, surgió la información de que Havas estaría evaluando mecanismos de financiamiento, incluido capital privado, para explorar la viabilidad de una operación de esta magnitud.
En ese punto, el movimiento parecía plausible. Havas venía mostrando apertura a colaboraciones: había planteado la posibilidad de una alianza con Dentsu y acababa de anunciar una empresa conjunta con Horizon Media. Y, tras su escisión de Vivendi en diciembre de 2024, operaba por primera vez como compañía independiente cotizada en bolsa, con mayor flexibilidad para pensar en adquisiciones o fusiones.
Mientras el rumor crecía, el panorama de WPP añadía combustible a la especulación. El holding británico enfrentaba resultados débiles, una rebaja en sus previsiones de crecimiento orgánico y una caída del 60% en el precio de sus acciones desde principios de 2025. Su nueva CEO, Cindy Rose, había reconocido públicamente la necesidad de simplificar la oferta para recuperar competitividad, un mensaje que algunos analistas interpretaron como la antesala de un movimiento corporativo mayor.
Entonces llegó el punto de quiebre. Hoy, 18 de noviembre de 2025, Yannick Bolloré, CEO de Havas, envió una comunicación interna a sus empleados negando tajantemente cualquier negociación con WPP. La carta, filtrada a varios medios, afirmaba: “No estamos en discusiones con WPP”. Y añadía que, aunque sí existe una estrategia de adquisiciones más pequeñas, “no está en curso ninguna operación grande de fusiones y adquisiciones”.
La aclaración de Bolloré no solo tenía como objetivo frenar el ruido mediático; también respondía a las dudas internas de equipos y clientes que habían comenzado a consultar sobre el futuro inmediato del grupo. Havas cerraba así la puerta a la especulación y reafirmaba su enfoque de crecimiento inorgánico moderado, respaldado por un desempeño orgánico positivo del 3,8% en el último trimestre.
La reacción del mercado fue inmediata. Tras conocerse la negación, las acciones de WPP cayeron alrededor de un 3%. El brusco ajuste evidenció que parte del impulso reciente en su valoración estaba motivado por la expectativa de una posible operación estratégica. Sin ese horizonte, volvió a pesar la incertidumbre sobre su rumbo en un momento de debilidad financiera y presión competitiva.
El episodio también trajo a la superficie otro tema: el interés creciente del capital privado en WPP. Fondos como Apollo y KKR han evaluado escenarios que incluyen participación accionaria, adquisiciones parciales o compras de unidades específicas. Nada ha sido confirmado públicamente, pero el hecho de que estas posibilidades circulen con fuerza revela el nivel de vulnerabilidad, y atractivo, del holding británico.
Con el desmentido de Havas, el mercado comprendió que, al menos por ahora, no habrá fusión entre los dos grupos. Pero también quedó claro que el sector está entrando en una fase de reacomodos profundos, donde cada rumor refleja tensiones reales: necesidad de escala, exigencias de eficiencia, inversiones fuertes en IA y presión para demostrar valor a clientes que piden menos complejidad y más impacto.
En contraste, Havas salió fortalecido del episodio. Su negación rápida, su enfoque en adquisiciones selectivas y su narrativa de crecimiento orgánico lo mostraron como un actor con mayor sensación de control y estabilidad, justo después de independizarse de Vivendi y lanzar su estrategia Converged.AI para integrar capacidades de inteligencia artificial.
Al final, el rumor, aunque efímero, funcionó como un espejo. Expuso las fragilidades de WPP, reforzó la posición estratégica actual de Havas y evidenció que los grandes holdings están bajo presión para definir su próximo movimiento en un tablero que cambia a una velocidad inédita.
Hoy la historia parece resuelta, pero la pregunta que dejó flotando es mayor que el propio rumor: ¿Quién será el próximo gigante en mover ficha en la gran reconfiguración global de la industria?
Porque si algo quedó claro, es que este episodio no fue un accidente. Fue un síntoma. Y vendrán más.