
Lanzado como el modelo más avanzado, GPT-5 enfrentó críticas por su frialdad lo que llevó a OpenAI a restaurar GPT-4o tras protestas masivas.
OpenAI presentó GPT-5 el 7 de agosto de 2025 como su modelo más avanzado hasta la fecha, prometiendo capacidades superiores en razonamiento, programación y precisión. Sam Altman, CEO de la compañía, lo comparó con el impacto revolucionario del iPhone, sugiriendo que marcaría un antes y después en el desarrollo de la inteligencia artificial. Sin embargo, lo que parecía ser otro triunfo tecnológico se convirtió rápidamente en un caso de estudio sobre la relación entre los usuarios y la Inteligencia Artificial (IA).
A diferencia de sus predecesores, GPT-5 fue diseñado para operar con un nivel de conocimiento equivalente al de un doctorado, superando ampliamente las capacidades de GPT-4, que ya igualaba el desempeño de un graduado universitario. Las pruebas técnicas respaldaban estas afirmaciones: el modelo mostró mejoras significativas en benchmarks de matemáticas, programación y reducción de alucinaciones. Sin embargo, el avance técnico no se tradujo en una aceptación inmediata por parte de los usuarios.
El primer signo de problemas apareció apenas 24 horas después del lanzamiento. Miles de usuarios, especialmente suscriptores de ChatGPT Plus, comenzaron a expresar su descontento en redes sociales y foros como Reddit. Muchos extrañaban la personalidad conversacional de GPT-4o, al que describían como más cálido, empático y adaptable en comparación con la frialdad percibida en GPT-5. Algunos llegaron a afirmar que el nuevo modelo se sentía "menos humano" a pesar de sus capacidades superiores.
La situación escaló rápidamente cuando desarrolladores y profesionales reportaron problemas con el sistema de enrutamiento automático de GPT-5. A diferencia de versiones anteriores, donde podían seleccionar manualmente entre modelos según sus necesidades, en esta versión los usuarios dependen de un algoritmo que decide qué submodelo usar para cada consulta. Esto generó frustración en casos donde el sistema priorizaba velocidad sobre profundidad, entregando respuestas superficiales en tareas complejas.
OpenAI reaccionó con una velocidad inusual para una empresa de su tamaño. El 9 de agosto, apenas dos días después del lanzamiento, Altman anunció que reactivaría GPT-4o para los usuarios premium. Esta decisión, descrita como temporal, fue un reconocimiento tácito de que habían subestimado el apego emocional y las rutinas de trabajo establecidas en torno al modelo anterior.
El fenómeno no fue exclusivo de usuarios casuales. Empresas que habían integrado GPT-4o en sus flujos de trabajo reportaron problemas de productividad durante la transición. Algunas herramientas educativas, diseñadas específicamente para aprovechar el estilo pedagógico de GPT-4o, dejaron de funcionar como esperaban con el nuevo modelo. Esto llevó a críticas sobre la falta de un período de transición o compatibilidad hacia atrás.
Mientras OpenAI gestionaba la crisis, sus competidores reaccionaron estratégicamente. Google aceleró el lanzamiento de nuevas funciones para Gemini, incluyendo un "modo legacy" que permite conservar comportamientos de versiones anteriores. Anthropic, por su parte, destacó la estabilidad de Claude 4.1 como alternativa para usuarios que priorizaban la consistencia sobre la última innovación.
El incidente también revivió el debate sobre la transparencia en los modelos de IA. Usuarios y expertos cuestionaron la opacidad en cómo GPT-5 seleccionaba sus submodelos internos, pidiendo mayor claridad sobre qué versión respondía cada consulta. Esta falta de visibilidad dificultaba el debugging y la optimización de aplicaciones profesionales.
Desde el punto de vista técnico, GPT-5 sigue siendo un avance significativo. Sus capacidades en programación automática y análisis de datos complejos son indiscutibles, con mejoras de hasta el 60% en algunos benchmarks frente a GPT-4o. Sin embargo, el caso demostró que en el mercado actual de IA, el rendimiento bruto no es el único factor determinante para el éxito.
La resistencia al cambio no fue meramente emocional. Muchos usuarios habían desarrollado workflows complejos que dependían de comportamientos específicos de GPT-4o, desde técnicas de prompting hasta integraciones con otras herramientas. La eliminación abrupta del modelo anterior rompió estos ecosistemas personalizados sin ofrecer alternativas claras.
OpenAI ha intentado rectificar con actualizaciones posteriores, incluyendo ajustes en la personalidad conversacional de GPT-5 y mayor transparencia sobre su funcionamiento interno. Sin embargo, el episodio ha dejado una lección clara: en la era de la IA generativa, las transiciones tecnológicas deben gestionarse con tanto cuidado como las innovaciones mismas.
El caso GPT-5 también ha puesto de relieve una paradoja del sector: cuanto más humana parece la IA, más humanas son las reacciones que provoca. Las quejas por la "pérdida" de GPT-4o reflejan hasta qué punto algunos usuarios habían antropomorfizado el modelo, atribuyéndole características personales que iban más allá de su función técnica.
A nivel de industria, el incidente ha reforzado el valor de los modelos de código abierto, que permiten a los usuarios conservar versiones estables sin depender de los ciclos de actualización de las grandes empresas. Proyectos como DeepSeek han ganado atención como alternativas que ofrecen mayor control sobre las actualizaciones.
Mientras tanto, OpenAI enfrenta el desafío de equilibrar su ambición innovadora con las expectativas de su base de usuarios. GPT-5 sigue siendo el modelo más capaz técnicamente, pero su adopción completa requerirá no solo demostrar superioridad, sino también recuperar la confianza perdida durante este turbulento lanzamiento.
El episodio deja una pregunta abierta para toda la industria: ¿Cómo avanzar la tecnología de IA sin alienar a los usuarios que han construido relaciones complejas, a veces incluso emocionales, con estas herramientas? La respuesta podría definir no solo el futuro de OpenAI, sino la próxima fase de adopción de la inteligencia artificial en la sociedad.
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