James Gunn se despide con la segunda película de la Fase Cinco del Universo Cinematográfico de Marvel, considerado hasta ahora extáticamente malo, situada después de ‘Ant-Man and the Wasp: Quantumania’. Para levantar la fórmula Marvel, Guardianes de la Galaxia Vol.3 vuelve con una última aventura cruda, oscura y sentimental que simplemente funciona.

Para recapitular, la última vez que se vio a la banda completa fue en 'Avengers: Infinity War', luego hubo algunos capítulos de Groot bailando y un lindo especial navideño, pero también un tanto irrelevante. A manera de sinopsis, ahora los Guardianes se están instalando en Knowhere, una comunidad en la cabeza cortada de un celestial que les sirve como base de operaciones.

Unos minutos después de iniciada la película, Rocket se convierte en víctima de un ataque mortal, el equipo se reúne con una Gamora hostil y parcialmente amnésica, que se ve arrastrada a regañadientes a su plan para salvarlo del Alto Evolucionador.

Así, la película sigue a un conjunto de personajes preocupados por su pasado y buscando consuelo donde sea que puedan encontrarlo, mientras suena de fondo una fantástica banda sonora con Spacehog, Beastie Boys y Earth Wind & Fire.

La primera lección al marketing y a la creatividad que nos deja la película, podría ser la promoción de la misma. La expectativa ya estaba puesta sobre la historia de Rocket, las conversaciones en redes sociales eran sobre el destino de los personajes, el buen uso de la tecnología para la generación de efectos visuales, y solo así ya estaba asegurada gran parte de la taquilla.

Pero ahora viene lo más importante: nos encontramos una película de la fórmula Marvel que se atrevió a romper el molde con una historia personalizada pero convincente, y romper el molde siempre exige coraje, que lo digan todos los creativos que alguna vez se atrevieron a hacerlo con tal de diferenciarse de sus competidores. Siempre hay riesgos, pero también formas correctas de destacar.

Precisamente, cómo no destacar el atreverse a presentar escenas oscuras y retorcidas, pocas veces o nunca antes vistas en las producciones de Marvel Studios, para tocar el discurso del abuso animal y la violencia que implican los experimentos. Ante una sociedad cada vez más crítica y consumidores más preocupados por el origen de los productos que consumen y el fin de los mismos, se presenta un impulso a favor de los derechos de los animales a través de un gran éxito de taquilla.

Además, vemos una crítica al anhelo de una "sociedad perfecta" y muchas veces vendida como una utopía.

Por otro lado, tanto la alineación de los Guardianes, como el proceso de creación de la película, nos hacen un guiño a la importancia de la colaboración, como parte clave de cualquier proceso creativo, que se construye mejor con las habilidades y experiencias de cada uno. En el mercadeo, la colaboración permite crear grandes y exitosas campañas.

Finalmente, y sin duda alguna, vuelve a brillar la creatividad, el alma de las campañas publicitarias y de mercadeo. Esto reitera que hay un público atento y presto a dejarse cautivar por discursos y cuentos bien contados, que aún se pueden tomar los "planes B", porque este grupo de superhéroes nunca fue el principal para la compañía, y convertirse en un gran éxito.

Hoy, fue Guardianes la que volvió a dejar en alto el cine y la industria de superhéroes, y la que dejó en la audiencia ojos aguados pero una sonrisa con su cierre, una despedida y un mensaje que resume en cada espectador todas estas lecciones: "Me llamo Rocket, Rocket Raccoon".

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