lunes, diciembre 15, 2025

Durante años, hemos visto cómo la publicidad ha recurrido a las emociones para volverse "bonita", memorable o viral. Pero una cosa es emocionar... y otra muy distinta es generar apego, preferencia, defensa activa y, sobre todo, resultados sostenibles.

El reciente estudio Brand Love Index 2025, liderado por Cluster Research, dejó al descubierto una verdad incómoda: muchas marcas son conocidas, pocas son realmente queridas y menos aún, amadas.

Durante décadas, el marketing se obsesionó con la recordación. Pero estar en la mente del consumidor no garantiza elección, lealtad ni relevancia. El amor de marca exige algo más profundo: conexión, intimidad, representación.

Solo 2 de cada 10 marcas logran ese nivel de apego. Las demás… pueden ser reemplazadas sin dolor. Y aquí entra uno de los hallazgos más reveladores del estudio: el paso del Top of Heart al Top of Self cuando la marca se vuelve una extensión del yo, del estilo de vida del consumidor.

Tal vez el mayor reto de las marcas hoy no está en vender más, sino en relacionarse mejor. Y eso implica dejar de pensar en audiencias y empezar a pensar en personas.

El verdadero desafío está en ecualizar ese amor de marca hacia todos los frentes del ecosistema:
- En el canal (Trade Marketing), inspirando desde la experiencia, no desde el precio.
- En el punto de venta (Shopper Marketing), conectando desde lo que realmente importa al momento de decidir.
- Y hacia dentro (Endomarketing), cultivando el apego primero en casa.

Cuando una marca logra eso, no necesita gritar. Su red de vínculos habla por ella.

Ya no basta con estar presente en el feed o en la góndola. Hoy las marcas deben estar sintonizadas emocionalmente con su entorno.

El Brand Love Index no es una moda ni un ranking más. Es una brújula que permite medir, interpretar y activar el verdadero capital emocional de una marca.

Y lo hace a través de 9 dimensiones científicamente validadas que permiten entender a profundidad el vínculo entre personas y marcas:

  • Percepción de marca
  • Emoción y deseo
  • Identidad y autopercepción
  • Conexión emocional, efecto positivo y pertenencia
  • Evaluación general y valor social
  • Uso diario y preferencia
  • Humanización de la marca
  • Amor por la marca y lealtad
  • Fidelidad de recompra

Estas dimensiones no solo reflejan lo que las personas piensan, sino lo que sienten, lo que defienden y lo que eligen integrar en su vida.

En un mercado donde el consumidor es cada vez más impaciente, indeciso e hiperinformado, las marcas enfrentan un reto mayor: dejar de gritar para empezar a importar.

El verdadero antídoto no está en más presupuesto ni en más formatos. Está en volver a lo esencial: conectar desde lo emocional con autenticidad, coherencia y propósito.

Ese es el poder del marketing emocional de verdad.
No el que solo adorna, sino el que transforma.
El que no busca vender más… sino relacionarse mejor.
Y que, como resultado, sí… termina vendiendo más.

Porque en tiempos de saturación... lo que se siente, se queda.

Y si hay una fuerza silenciosa capaz de lograrlo, es la empatía. Esa mano invisible que lo cambia todo. Que convierte datos en decisiones con alma, marcas en relaciones duraderas y negocios en experiencias que realmente importan.

También le puede interesar: Los premios más importantes para creadores llegan por primera vez a Colombia

Miguel Dallos
Leonardo
Camilo Herrera