viernes, julio 18, 2025
Camilo Herrera

Mucho de la historia de la humanidad puede verse como la historia de la pereza, porque en un sentido, casi todos los inventos que se han creado son para facilitarles la vida a las personas y sobre todo al cerebro pues, al ser el órgano que más energía consume, le encantan las cosas más fáciles y más dulces.

El garrote como arma venció la distancia, la polea venció la gravedad y el control remoto nos salvó a los hermanos menores de los ochenta. El microondas nos ayudó a cocinar rápido, el bolígrafo a no cargar la pluma y la tinta, o tajar el lápiz y escribir con menos esfuerzo, la calculadora a hacer cuentas complejas sin tener que pensar, el teléfono que graba los números de los demás, las redes sociales que nos recuerdan los cumpleaños y hasta diversos programas que nos leen las cosas que tenemos que leer.

Ahora, llega la Inteligencia Artificial, desde la predictiva hasta la generativa, que nos permite ser poetas, redactores de cartas, pintores con estilos infinitos, músicos sin límites y hasta escribir planes de mercadeo en 5 minutos. La pregunta que queda es obvia: ¿si las máquinas que hemos inventado reemplazan nuestra fuerza, memoria, esfuerzo, capacidad de cálculo, comunicación, arte y otras cosas, volveremos a ser solamente animales?

Los ejemplos están a simple vista: ya pocos artistas pintan con la finura y sensibilidad de los grandes maestros del pasado; las letras de las canciones populares perdieron el puente, como lo denunció Sting; la gente ya no sabe ubicarse en las ciudades para saber por dónde ir; los estudiantes no saben escribir y su comprensión de lectura es cada vez más limitada y ahora con inteligencia artificial no tendrán que escribir ni un párrafo.

Todo esto me lleva a por lo menos una de varias preguntas que me dan un poco de angustia: ¿qué le pasaría a un joven que hoy tiene 10 años, si en 2035 no tiene energía para que su dispositivo personal le diga qué debe comer y a qué hora?

Hemos tercerizado la memoria, el cálculo, la resolución de problemas, la fuerza y ahora lo haremos con las artes y la capacidad creativa, dejando poco que nos diferencie de otros animales e imponiendo a la publicidad y al mercadeo un enorme reto: ¿cómo comunicarse efectivamente con una persona con la que todos se comunican al mismo tiempo y que no tiene el criterio para saber si algo es bueno o malo?

Es importante comprender el tamaño y el potencial del desastre que puede venir para prepararnos para él y evitar que pase de la peor manera posible. Las IA per se no son malas, pero los seres humanos somos perezosos y si estas nos ayudan a hacer las cosas, seremos artificialmente felices haciendo nada.

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Miguel Dallos
Leonardo
Fabian ruiz