lunes, octubre 06, 2025
Susan

Cuando pienso en relaciones públicas, no pienso en notas ni en apariciones en medios. Pienso en personas, en historias compartidas, en vínculos que sobreviven al ruido de un mundo que cambia a cada instante.

Cuando pienso en la verdadera fuerza de las relaciones públicas, siempre recuerdo una frase que dijo Bill Gates: “Si solo me quedara un dólar de mi presupuesto, lo invertiría en relaciones públicas”. Y no puedo estar más de acuerdo. Para mí, esta frase no habla de números ni de campañas; habla de confianza, de reputación, de la capacidad de una marca para conectarse de manera genuina con su audiencia. Es un recordatorio poderoso de que, al final del día, lo que hace que una marca trascienda no es la publicidad ni la cantidad de apariciones en medios, sino la relación auténtica que logra construir con las personas.

Durante años, se creyó que el éxito en relaciones públicas se medía por la cantidad de apariciones en medios de comunicación o la cobertura obtenida. Hoy, esa visión se siente incompleta. Conquistar medios ya no es suficiente; conquistar audiencias estratégicas, entenderlas, escucharlas y generar con ellas vínculos genuinos es lo que marca la diferencia. Las audiencias no quieren mensajes vacíos, pues buscan autenticidad, coherencia y propósito. Cuando logramos esto, la comunicación deja de ser unidireccional y se convierte en diálogo, en relación viva.

Ejecutar estrategias de relaciones públicas me ha enseñado que no somos solo intermediarios entre marcas y medios; somos arquitectos de experiencias, diseñadores de conversaciones, guardianes de la credibilidad. Las marcas que entienden esto, que valoran la estrategia por encima del resultado inmediato, logran fidelizar. Y la fidelización no se compra ni se obtiene de la noche a la mañana, se construye con coherencia, paciencia y sensibilidad.

Como dice Richard Branson, fundador de Virgin Group: “las relaciones públicas son mucho más poderosas que cualquier campaña de marketing; se trata de crear confianza y conexión genuina con las personas”. Esta frase resume perfectamente esta gran verdad y es que no se trata de apariciones, ni de titulares, sino de construir puentes que resistan en el tiempo.

Es una realidad que la tecnología ha transformado nuestro trabajo. La inteligencia artificial, el análisis de datos y la automatización, nos permiten conocer mejor a las audiencias y personalizar los mensajes, pero nada reemplaza la capacidad humana de conectar. Al final, las herramientas son solo eso: herramientas. Lo que mueve la relación real es la empatía, la cercanía y la honestidad de quien comunica.

También es imposible ignorar que hoy las audiencias valoran más que nunca la sostenibilidad y la responsabilidad social. No basta con decirlo; las marcas deben demostrarlo con hechos. Comunicar de manera auténtica sobre su impacto social genera confianza y lealtad, porque las personas perciben cuando hay coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Esa coherencia se vuelve un activo estratégico que ninguna campaña publicitaria puede replicar.

La manera de comunicar también ha cambiado: ya no existe un solo canal, ni un único formato. Desde podcasts, hasta newsletters, cada espacio es una oportunidad para acercarse a quienes queremos impactar. Los podcasts, por ejemplo, permiten profundizar, dialogar y humanizar la marca; son lugares donde se construyen relaciones reales, donde se escucha y se comparte. Cada interacción importa, porque cada contacto puede fortalecer la conexión que buscamos.

Si algo he aprendido, es que las relaciones públicas no son un lujo, ni un gasto; son una inversión estratégica que puede transformar la manera en que una marca se percibe y se recuerda. No se trata de cobertura inmediata, sino de construir reputación y confianza. Las audiencias que sienten que una marca las entiende, que les habla con honestidad y propósito, se convierten en aliados duraderos. Y eso, en mi experiencia, es lo más valioso que podemos lograr.

Al final, lo que hace que las relaciones públicas sean poderosas no es el número de publicaciones ni la presencia en medios. Es la capacidad de crear puentes reales, de mantener conversaciones significativas, de humanizar marcas y cultivar relaciones que perduren. Hoy, la información se mueve rápido y la atención es efímera, la conexión genuina es lo que define el éxito, y eso no tiene sustituto.

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