sábado, diciembre 13, 2025
valentina

Como en todo cierre de año y comienzo de uno nuevo, surge la necesidad de detenernos a revisar qué hicimos bien y dónde podríamos haber actuado mejor. En GJ Comunicaciones esa reflexión es parte de nuestra cultura. La autocrítica es un motor que nos impulsa a tomar medidas correctivas y proactivas que nos mantienen en un estándar de excelencia.

Para nuestra reunión estratégica de fin de año quise compartir con el equipo los aprendizajes que nos deja el 2025. Me pregunté qué explica la pérdida de algunos clientes y qué, en contraste, hace que otros se sientan plenamente satisfechos con nuestra gestión. Esa mirada honesta nos permitió identificar patrones, tanto de oportunidad como de fortaleza.

Comenzamos por los errores más frecuentes. Uno de los más visibles es la falta de atención al detalle. Desde un comunicado con un error de tipeo, hasta el nombre mal escrito de un vocero, son fallas que pueden parecer menores, pero que afectan la percepción del cliente. Tal vez surgen por el afán, la dependencia en la tecnología o la tendencia a hacer varias cosas a la vez. Mi invitación fue clara: los errores evitables son la sombra de la falta de atención. La calidad se construye en los detalles y se destruye con pequeños descuidos. Cuidar los detalles es cuidar al equipo, a la agencia y a nuestra reputación.

Otra constante que identificamos es la ejecución sin una comprensión profunda del rumbo o de las expectativas del cliente. En el afán por cumplir, a veces tomamos caminos equivocados. Les compartí esta idea: cuando no conocemos a fondo los objetivos, navegamos sin brújula, y sin brújula no llegamos al destino que el cliente espera. Entender el “para qué” es tan importante como ejecutar el qué.

El multitasking también se ha convertido en un enemigo silencioso. Durante reuniones virtuales o presenciales es común ver al equipo revisando correos, respondiendo mensajes o atendiendo tareas de otras cuentas. Esa dispersión no solo aumenta los errores, también debilita la comprensión de los requerimientos. Les recordé que cuando no estamos del todo presentes, interpretamos a medias y cuando interpretamos a medias, fallamos. La presencia absoluta es un acto de respeto hacia el cliente, el equipo y nuestra propia reputación.

Después pasamos a lo que nos destaca. A pesar de los desafíos, el equipo brilló. El primer semestre del 2025 fue complejo, pero la resiliencia y el compromiso colectivo permitieron mantener la satisfacción de muchos clientes. Fue un año exigente que nos deja más maduros, firmes y conscientes de nuestro valor. Lo que nos sostuvo en 2025 es la misma actitud que nos impulsará en 2026.

El año también evidenció algo esencial. El entorno cambia con rapidez y nosotros debemos hacerlo con él. Vivimos reestructuraciones, nuevos roles, rotaciones y nuevas demandas. Concluimos que la flexibilidad no es solo necesaria, es una ventaja competitiva. Adaptarnos nos permitió mantenernos relevantes y responder con agilidad a cada reto.

Y, por supuesto, reafirmamos algo que hace parte de nuestro ADN. En GJ el “sí se puede”, es una forma de trabajar. Nuestros clientes reconocen nuestra actitud resolutiva y nuestra capacidad de llegar con soluciones antes que con problemas. Resolver abre puertas, construye confianza y convierte a una agencia buena en una extraordinaria.

Cierro con un mensaje de profunda gratitud para los más de cincuenta coequiperos de GJ Comunicaciones. Gracias por su talento, su entrega y su capacidad de levantarse incluso en los momentos más retadores. Gracias por creer en este proyecto y por hacer posible todo lo que logramos este año.

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Miguel Dallos
Leonardo
Camilo Herrera