jueves, diciembre 04, 2025
Laura

Este año escribí sobre reputación, miedo, liderazgo, salud mental, propósito, maternidad, medios, errores y valentía. Y hoy, al leer nuevamente todas mis columnas, entendí algo que no había visto con claridad: cada una fue un reflejo de la industria, sí, pero también un reflejo mío. De mis días buenos y malos, de mis equilibrios, de mis aprendizajes como profesional y de mis descubrimientos como mamá que trabaja.

Escribir para P&M no solo me permitió analizar el sector; me obligó a detenerme, a sentir y a poner en palabras lo que a veces vivimos en automático. Estos son los cinco aprendizajes que me deja este 2025.

1. La comunicación cambia, pero lo humano sigue siendo lo esencial

Mis columnas sobre medios, periodistas, fake news, reputación y nuevas dinámicas de PR coincidieron en un punto: nada funciona si olvidamos que del otro lado siempre hay una persona.
Este año lo vi más claro que nunca. La industria corre, se transforma, se automatiza y se digitaliza. Pero los vínculos, la ética, la empatía y la lectura humana siguen siendo la base de todo. Comunicamos mejor cuando entendemos mejor a la gente.

2. Ser mamá en esta industria me enseñó que la perfección no es real

En varias columnas compartí mis dudas, mis culpas y mis retos conciliando un rol tan emocional como la maternidad con un universo tan acelerado como el nuestro.
Y mi gran aprendizaje de 2025 fue soltar la exigencia de ser impecable.
No voy a estar al 100% en todo. No existe la súper mujer. Y no pasa nada.
La maternidad no me resta profesionalismo; me suma sensibilidad.
La profesión no me aleja de mi hijo; me hace un ejemplo para él.
Entendí que no hay que ser perfecta para ser suficiente.

3. El trabajo también sostiene (aunque nunca lo digamos en voz alta)

Este año escribí sobre salud mental porque la conversación ya no podía posponerse. Hablé del agotamiento, del peso de la responsabilidad y del miedo silencioso con el que muchos trabajamos.
Pero descubrí algo contraintuitivo: a veces el trabajo también nos salva.
Nos da ritmo, nos da estructura, nos recuerda nuestras capacidades y nos ofrece un espacio para crear incluso en días en los que nada fluye.
No es romantizar el exceso; es reconocer que cuando trabajamos con propósito, el trabajo también sostiene.

4. El miedo se vuelve motor cuando dejamos de esconderlo

Dedicarle una columna entera a mi experiencia como host del Marketing Conference LATAM fue un acto de honestidad. Tenía miedo. Mucho.
Y comprendí que el miedo no desaparece; se transforma cuando lo nombramos.
Las mejores decisiones, campañas, ideas y cambios que viví este año, y que vi en nuestros clientes, no nacieron de la certeza, sino del coraje.
Hacerlo con miedo también es avanzar.

5. Todo comunica: lo que decimos, lo que hacemos y lo que callamos

Escribí mucho sobre reputación este año, y el aprendizaje final no podría ser otro: todo comunica.
Una campaña, un comunicado, un error, una disculpa, una pausa.
Cada palabra es una decisión. La coherencia ya no es un “nice to have”: es el corazón de la reputación. Y eso aplica tanto a las marcas como a nosotros mismos.

Escribir estas columnas fue un ejercicio de disciplina, pero también de honestidad. Me obligó a mirar la industria con más profundidad y a mirarme a mí con más compasión. Este 2025 entendí que no se trata de llegar a todo, sino de estar presente. Que la maternidad y la comunicación no compiten: se complementan. Y que, en un sector que cambia tan rápido, lo único verdaderamente estable es la intención con la que hacemos las cosas.

Me llevo un año de aprendizajes que no vienen de los mejores días, sino de los más reales. Y cierro 2025 con la certeza de que, mientras tenga una voz que aporte y a mi hijo que me recuerde por qué hago lo que hago, seguiré encontrando historias que valen la pena contar.

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