martes, septiembre 02, 2025
Leticia Navarro

En un momento donde la cultura pop y la estrategia de marca se entrelazan más que nunca, el color naranja emerge como protagonista. Desde el universo vibrante de Tropicoqueta de Karol G hasta el glamour nostálgico de The Life of a Showgirl de Taylor Swift, el naranja no solo adorna escenarios, sino que comunica una emoción colectiva: la pertenencia.

Lo comprobé en casa. Tengo un par de preadolescentes que no paran de hablar de Taylor Swift desde hace años. En un almuerzo de domingo, la conversación giró en torno a su último lanzamiento: analizaron cada canción, compartieron interpretaciones de podcasts y teorías de fans. Yo, al escucharlas, me quedé pensando: ¿por qué desde el color naranja?

Desde Kantar Insights estudiamos los territorios emocionales que habitan las marcas a través de nuestra herramienta NeedScope, y esa pregunta me llevó a analizar qué representa el naranja dentro de este modelo. La respuesta es clara: es el color de lo amable, lo empático y lo optimista. Un territorio emocional que construye cercanía, fomenta la confianza y se conecta con lo popular y lo cotidiano.

¿Por qué Karol G y Taylor Swift están hablando desde el naranja?

Ambas artistas atraviesan momentos de redefinición. Karol G, con Tropicoqueta, se inspira en las showgirls colombianas y el pop retro para narrar una historia de empoderamiento desde lo tropical y lo femenino. Taylor Swift revive la estética de las vedettes para celebrar autenticidad y vulnerabilidad desde el escenario. Aunque sus lenguajes artísticos son distintos, ambas transmiten un mensaje compartido: conectar desde la calidez y lo humano.

¿Qué nos dice esto como estrategas de marca?

Que la emoción debe hacer parte de la estrategia de marca. Que los símbolos como los colores, la música, las formas o el lenguaje no verbal, permiten crear plataformas de comunicación que, bien ejecutadas, llegarán a nuestro cerebro intuitivo y emocional, donde se toman la mayoría de nuestras decisiones, de forma clara y contundente. Que el color no es solo estética: es estrategia emocional. El naranja nos recuerda que la pertenencia y la alegría compartida son hoy valores profundamente relevantes para consumidores y audiencias. Cuando una marca logra hablar desde ese territorio, se vuelve más cercana, auténtica y, en consecuencia, más irresistible.

En la cultura pop y en el marketing, los códigos emocionales viajan más rápido de lo que creemos. La clave está en reconocer cómo las marcas pueden construir un posicionamiento emocional a través de dichos códigos para establecer relaciones genuinas y diferenciadas con los consumidores. Y quizás, como me ocurrió en aquel almuerzo familiar, las pistas para entender el futuro de las marcas estén más cerca de lo que imaginamos: a través de métodos y herramientas como NeedScope, que permiten develar las necesidades emocionales de una categoría en particular y ayudar a las marcas a construir diferenciación desde la emocionalidad.

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