viernes, noviembre 14, 2025

Durante años, el mercadeo digital se apoyó en el embudo de ventas clásico: awareness, consideración y decisión. Este modelo lineal nos daba sensación de control. Hoy, sabemos que ya no es suficiente. El consumidor es más informado, exigente y volátil; su recorrido de compra está lleno de saltos y regresos.

 

El funnel no ha muerto, pero ahora lo relevante es la confianza que generamos en cada interacción. La compra puede ser el inicio, no el fin. Muchos clientes descubren su lealtad después de comprar, y la relación se construye en un loop permanente en el que cada contacto cuenta.

En un entorno de sobreexposición y distracción, el reto no es solo alcanzar a la audiencia, sino captar segundos de atención genuina y mantener una conversación constante. Incluso, una thank you page es otra oportunidad de conexión.

Aquí entra en juego el brandformance, que integra branding y performance. Ya no se trata de elegir entre construir marca o generar resultados inmediatos, sino de unir creatividad y datos, emoción y métricas. Una marca que logra este equilibrio se convierte en parte de la vida de las personas, y la comunicación deja de ser ruido para transformarse en acompañamiento.

Cada punto de contacto alimenta al siguiente: un video auténtico, un contenido con propósito, un storytelling visual. La consistencia refuerza la credibilidad y convierte al consumidor en un participante activo. La compra es otro espacio de conexión, respaldado por prueba social y confianza. Luego, llega la recomendación: clientes que se vuelven embajadores, gracias a comunidades e interacciones genuinas.

En este escenario, el contenido debe enganchar en segundos, mostrar cercanía con rostros reales y narrativas ágiles, integrar naturalmente el producto y transmitir humanidad. Los influencers también evolucionaron: más que su fama, ahora importa su autenticidad. Los micro y mid influencers ganan relevancia por credibilidad y cercanía.

Todo esto exige coraje: abandonar manuales rígidos, experimentar, arriesgar y priorizar relaciones sobre transacciones. El futuro del mercadeo digital está en escuchar más, presionar menos y recordar que detrás de cada clic hay una persona que busca pertenencia.

Más allá de cualquier modelo, lo esencial es la conexión. Esa que combina datos y creatividad, propósito y resultados... porque vender importa, pero conectar lo es todo.

Columna publicada en la edición #500 de octubre y noviembre

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