La creatividad humana ha sido el estandarte por excelencia de las campañas de cientos de marcas durante años, hasta que la Inteligencia Artificial (IA) irrumpió en escena. Hoy ya existen contenidos generados por IA con una calidad que sorprende, y que muchas marcas ven como una oportunidad para optimizar tiempos y reducir costos.
Esto está creando una tensión clara que se evalúa desde la academia, las empresas y las agencias de marketing: un ring de pelea que hace una década parecía imposible, la inteligencia artificial versus la inteligencia humana.
El CMO Report 2025 de Dentsu, un informe global que analiza los factores que transforman a las audiencias y las empresas, revisó este tema y encontró que el 30% de los CMOs ya usa IA en su flujo de trabajo diario. Sin embargo, a pesar de su avance, más del 65% de los encuestados considera que la creatividad generada o asistida por IA no logra capturar la voz ni el mensaje de la marca con la misma profundidad que los creativos humanos.
Este quizá sea el punto más interesante en la discusión: usamos la IA, la aprovechamos y la necesitamos, pero aún creemos que no puede reemplazarnos por completo. La razón es simple: la IA puede procesar información, pero no tiene experiencias, emociones ni propósito. Por eso, la creatividad humana no se acabará, sino que mutará.
Para explorar el tema, hablé con Lina Camargo, Creative Director, y con una IA, porque si queremos saber si la IA puede reemplazar la creatividad humana, ella debe ser parte del debate.
Le pregunté a la IA si podía ser creativa y su respuesta fue un contundente “sí”, justificando que, a través de la combinación de referentes, la exploración de posibilidades y la ruptura de patrones, podía generar ideas originales. Aun así, reconoció sus límites: carece de experiencia vital, propósito y contexto cultural, los elementos que dotan de alma a la creatividad humana.
Entonces, ¿la IA puede ser creativa, pero no como los humanos? La respuesta depende de cada uno. Algunas empresas confían en la creatividad generada por IA, y otras la ven solo como un apoyo. Un ejemplo interesante es OpenAI, que recientemente publicó una vacante para Content Strategist con un salario competitivo; una señal clara de que, detrás de cada herramienta artificial, aún se necesita criterio y sensibilidad humana.
El debate sigue abierto, sin una respuesta científica definitiva, pero lo cierto es que la IA sí puede anticipar el futuro de la creatividad gracias a su capacidad predictiva basada en datos. Para comprobarlo, le propuse un ejercicio: imaginar los titulares que tendrían las revistas y portales de marketing dentro de diez años.
El resultado fue sorprendente: habló de publicidad holográfica emocional, creatividad cuántica, NFTs emocionales y campañas predictivas postprivacidad. Más allá de lo futurista, todas compartían una misma palabra: emoción.
Lo emocional será el factor decisivo de la próxima década. La creatividad humana no está en riesgo de desaparecer, sino de evolucionar, apoyándose en la IA para encontrar nuevas formas de conexión emocional.
Sin embargo —y aquí la reflexión final—, si en los próximos años buscaremos conectar con la humanidad, debemos empezar por convertirnos en la humanidad que la IA cree que somos.
Cuando le pregunté qué significa “humanidad”, respondió con palabras como empatía, respeto, compasión, solidaridad y cuidado, virtudes que la historia demuestra que no siempre practicamos.
No es lo mismo ser humano que tener humanidad.
Y entre más nos acerquemos a esa humanidad que la IA imagina que somos, no solo las marcas y los creativos conectarán mejor con sus audiencias, sino que, como sociedad, seremos mejores.
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