Llevo más de 10 años trabajando con marcas increíbles, equipos talentosos y clientes ambiciosos. He visto campañas memorables… y también he visto cómo grandes ideas se van al piso por errores que se repiten una y otra vez. Errores que ya no deberían pasar, pero ahí están, disfrazados de "urgencia", "presión del cliente" o "así siempre lo hemos hecho".
Hoy quiero hablar de cinco errores que, desde mi experiencia, todavía cometen muchas marcas en temas de relaciones públicas. No para señalar, sino para que entre todos dejemos de tropezarnos con la misma piedra.
El primer gran error, y probablemente el más común, es creer que PR es solo salir en medios. Spoiler: que te publiquen no significa que tu marca conectó. Tener un press kit bien diseñado o un headline pegajoso no garantiza que tu historia tenga impacto. Las relaciones públicas de verdad no se tratan solo de visibilidad, se tratan de confianza. Confianza que se construye con consistencia, empatía y valor. Porque si tu única medida de éxito es cuántas notas salieron, estás jugando el juego equivocado. Y peor aún, si el objetivo es “hacer bulla” sin saber qué estás diciendo ni para quién.
El segundo error tiene que ver con las vocerías. He estado en lanzamientos, entrevistas, foros y ruedas de prensa donde el vocero de la marca suena más a robot que a ser humano. No conecta, no inspira, no representa. Un buen vocero no se improvisa. Se entrena, se alinea, se prepara emocional y estratégicamente. No es solo alguien que recita datos o repite slogans; es alguien que logra transmitir propósito, visión y confianza. Un vocero tiene que saber qué decir, cómo decirlo y, sobre todo, por qué lo está diciendo. Y sí, eso también se entrena.
El tercer error, que duele más de lo que parece, es ignorar lo que está pasando allá afuera. ¿De verdad vas a lanzar una campaña de felicidad el mismo día que hay paro nacional? ¿O subir una historia de celebración mientras el país entero está hablando de una tragedia? Parece obvio, pero muchas marcas siguen comunicando como si el mundo girara solo a su alrededor. La conversación pública importa. El contexto importa. Ser oportuno no es solo saber cuándo hablar, también implica saber cuándo callar. Y entender que una marca que ignora lo que pasa en su entorno pierde legitimidad ante sus audiencias.
El cuarto error es creer que la reputación se construye solo hacia afuera. Hay marcas que piensan que con una buena nota en medios, una campaña emocional o una alianza llamativa ya tienen todo resuelto. Pero la reputación no se impone ni se finge: se gana. Y se gana siendo coherente entre lo que se dice y lo que se hace. Si internamente hay desorden, decisiones contradictorias, falta de liderazgo o desconexión con los valores que la marca promueve… eso se nota. Tarde o temprano, se filtra. Hoy no basta con parecer una marca responsable: hay que serlo. Y eso empieza desde dentro, desde la cultura, desde la forma en que se toman las decisiones incluso cuando nadie está mirando.
Y el quinto error es tratar a los medios como robots y no como personas. Aún veo correos masivos enviados a 80 periodistas con un asunto genérico y un “Hola, te comparto este comunicado” como toda estrategia. Eso no es construir relaciones. Eso es spam. Los periodistas también tienen tiempos, intereses, enfoques editoriales. También están saturados. Si de verdad quieres que te escuchen, empieza tú por escucharlos. Averigua qué les interesa, cómo trabajan, qué tipo de contenido valoran. Respeta su tiempo. Personaliza tu mensaje. Sé útil.
Entonces… ¿qué sí funciona? Funciona tener una narrativa auténtica. Funciona prepararse bien. Funciona entender que esto va de personas. Que PR no es una nota de prensa, es una relación. Que cada punto de contacto con tu audiencia, desde un vocero hasta un post construye o destruye confianza. Y sobre todo, que hoy no se trata de hablar más fuerte, sino de hablar con más sentido.
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