martes, diciembre 10, 2024
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Por: Catalina Sanchez Caballero, Directora de Estudios Sectoriales de Raddar

Resulta cierto que estamos pasando por días difíciles. Todos los terminamos viviendo de manera diferente. Para cada persona, la complejidad ha sido diferenciada de acuerdo con su modus vivendi y por supuesto, esto tiene que ver con la plata que tenemos en el bolsillo, la billetera o la cuenta de ahorros; la tensión de estar en casa y de la incertidumbre. Todo esto dejó sembrado a nivel comercial y de mercadeo una palabra de cuyo uso se abusa por estos días, tanto que para mí resulta quemada o trillada; se trata de la famosa: reinvención.

Según el diccionario de la lengua española, reinventar, es literalmente volver a inventar. En consecuencia, una reinvención es el proceso por el que se somete algo ya existente a ser hecho de nuevo.

En estos días, esta ha sido una palabra que muchos han tomado como bandera para cambiar de forma o fondo sus negocios. Lo cual frente a crisis es válido y perfectamente necesario. En particular, para la industria de la moda; que a nivel mundial y aquí en Colombia podría estarse enfrentando a uno de sus más oscuros capítulos en la última centena de años.

Reinvención en la industria de la moda

Pese a eso, algunas marcas con cierta disponibilidad y capacidad han podido diseñar y fabricar prendas y accesorios que pueden ser útiles para la protección en estos momentos. Lo considero necesario, así como permitido; pero sobre todo, creo que este tipo de cosas deberían ser una consecuencia o continuación del ADN de una marca. Para esto, se necesita responsabilidad.

Responsabilidad en la medida en que las personas ponen su confianza en sus artículos y si no se es lo suficientemente claro en cómo un producto aporta y cómo este funciona; en el momento en que este artículo llegase a fallar, sí, se ganó una compra y estar en el momento indicado; pero se perdió a un consumidor y a un comprador para el futuro. Sobra decir, que este tipo de detrimentos van en contra del valor de la marca.

Esta reinvención debería o, más bien, podría venir acompañada no solo de vender lo que ahora es útil, sino también de un cambio desde el corazón de los negocios. También, desde la forma en que producimos, en cómo somos responsables de nuestros desechos, de nuestros procesos de producción, y del StoryTelling que estamos contando a quienes por meses o años han estado confiando en nosotros como marcas y en nuestros productos.

Ninguno se va a inventar una prenda no existente. En tanto que la ropa es un reflejo de la necesidad anatómica, es decir, no podemos hacer jeans de 3 piernas, porque serían inútiles. Sí podemos hacer jeans que en su elaboración disminuyan el gasto del agua o que su confección no implique pagos injustos, condiciones infrahumanas en los talleres, o inclusive prácticas poco éticas.

Responsabilidad, más allá de productividad

Siento que, si bien la industria de moda debe ponerse al servicio, y en algunos casos aportar, como lo han hecho algunas marcas en prendas de protección, también hay que entender que no todas las marcas pueden hacer una reinvención; no sólo por su ADN, sino por los costos que están detrás de la cadena productiva.

Valoro el esfuerzo de marcas jóvenes que han cambiado su cadena para hacer tapabocas. Pero, ¿qué sentido tiene hacerlos si al final eso no alimenta la marca, genera sobrecostos en producción, y muy seguramente no cumplirá con los estándares de seguridad requeridos?

La reinvención entonces no es sólo hacer por hacer, sino ser más conscientes de que si vamos a inventar sobre lo creado es con el espíritu de poder reparar o mejorar esos aspectos negativos existentes. Por lo cual, la reinvención en la moda no debería solo estar ligada a hacer tapabocas con los retazos de nuestras producciones.

Creo que la palabra y el contexto para este momento coyuntural es un instante propicio para repensar la forma en que hacíamos ciertas cosas. Desde lo físico hasta lo menos tangible; como las estrategias de mercadeo, comunicación y, en un fin último, encontrar alternativas más allá de las promociones para continuar en el juego.

Al final del día, no es que las personas estén dejando de vestirse, sino que se están enfrentando a otros momentos de uso. Tenemos nuevos universos de vestuario. Y, en el largo plazo, cambios de tendencias, cambios en los patrones de consumo y cambios en las perspectivas de compra.

Es por ello que la palabra reinvención no solo debería justificar un cambio de oficio durante la crisis; sino fomentar un cambio de estructura para nuestras marcas, que permita construir desde allí.

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