La viralización de una imagen del concierto de Coldplay en Boston en donde se veía a Andy Byron, CEO de Astronomer, junto a la directora de Recursos Humanos de la empresa, Kristin Cabot, en una situación de aparente infidelidad fue una de las noticias más relevantes a nivel mundial de esta semana. Sólo la cuenta de Tik Tok de Grace Springer, que fue quien publicó el video, obtuvo más de 49 millones de visualizaciones en 4 días.
Esta situación, que claramente tiene que ver con el ámbito de la vida privada de los protagonistas y de la que no buscamos hacer un juicio de valor, se ha convertido en una crisis de reputación y liderazgo para la empresa que, a más de 96 horas de la viralización, no ha comunicado ni fijado ninguna postura al respecto. Esta decisión que puede ser muy cuestionada desde el punto de vista comunicacional nos genera varios disparadores sobre el tema.
Y es en este punto donde comienza el debate: ¿Hasta qué lugar las acciones privadas de una persona pueden afectar su carrera profesional? ¿Cómo mantiene su liderazgo un CEO que acaba de ser descubierto engañando a su mujer con una persona de su equipo y mintiéndole a su familia? ¿Cómo se pueden incentivar la ética, la transparencia y la responsabilidad en los colaboradores cuando el CEO no lo hace en su vida diaria? ¿Hasta cuánto este incidente afecta la reputación de
una empresa?
No todas las preguntas tienen respuestas unívocas, pero aquí van algunas consideraciones. En primer lugar, desde la irrupción de los teléfonos inteligentes, las redes sociales y los “caza noticias”, las organizaciones y sus líderes deben saber que muchas de las acciones privadas se pueden convertir en públicas en cuestión de segundos y que cualquiera de ellas puede dañar su capital reputacional. Este punto se puede cuestionar y discutir durante días enteros ya que la vida privada debería ser privada, pero nuestra realidad diaria nos marca que no es así.
Las empresas y los CEOs perdieron “el monopolio” sobre su propia comunicación y en muchas ocasiones deben contestar o reaccionar a comunicaciones de terceros sobre ellos. Además, deben saber que lo que hacen en todo momento puede ser público, y por esa razón lo que digan y hagan debe estar muy alineado porque sino las consecuencias son enormes.
En segundo lugar, una de las bases fundamentales de cualquier liderazgo es la credibilidad. Si el equipo no cree en su líder, no hay posibilidad de alcanzar los objetivos. A partir de aquí el futuro de Byron y Cabot se vuelve muy endeble y complicada dentro de la organización. Para mantener su “supuesta relación” de manera oculta hasta esta semana, seguramente faltaron a la verdad ante muchas personas (sus familias, sus amigos, sus jefes, sus equipos, etc.) y esa es una situación que no tiene retorno.
Es difícil que ambos líderes puedan, a partir de este momento, generar confianza y compromiso en sus equipos ya que, a la luz de los hechos, no fueron transparentes y confiables para, al menos, sus familias. Todos somos seres humanos y cometemos errores, pero la falta de transparencia y credibilidad dentro del ámbito corporativo son carencias muy difíciles de disimular una vez expuestas.
Por otra parte, y en este contexto donde los CEOs representan y son una extensión de las organizaciones donde trabajan, Astronomer también ve dañada su reputación y credibilidad ante los distintos stakeholders. Si su CEO miente en su vida privada ¿Qué garantiza que no mienta a la hora de hacer negocios? ¿Cómo confiar en una persona que no respeta a su familia? Entiendo que hay mucho de “falsa moral” y “acusación fácil” en estas afirmaciones, pero el mundo corporativo tiene mucho de esto.
El liderazgo y la autenticidad de Byron han quedado muy heridos y no sorprendería que Astronomer tome alguna decisión extrema cuando las “aguas se aquieten” para recuperar la confianza de sus clientes, empleados y stakeholders.
El caso nos deja como enseñanza que el límite entre lo privado y lo público es cada vez más efímero y que, a partir de ello, tanto las empresas como sus líderes deben sostener las conductas que pregonan en todos los ámbitos. La comunicación, las relaciones públicas y el marketing no alcanzan si los hechos no los corresponden. La sociedad y nuestros públicos hoy exigen un compromiso 24 X 7 y no se puede escapar de esa premisa. En la época de Gran Hermano todos podemos ser observados y “juzgados” en cualquier momento y nuestra reputación no puede depender de ello.
También le puede interesar: La protección marcaria está cambiando. Nuevas decisiones, tendencias y riesgos exigen atención estratégica del empresario