lunes, diciembre 09, 2024

Solo tenían un trabajo, muchachos, una única bala en el cartucho, una única flecha, y se les concedió porque, en sus términos, “los números hablan por sí solos”. Han llenado estadios, creado tendencias, cambiado la imagen del país y de su propia ciudad. Pero lo que hicieron con las manos, lo desbarataron con los pies, ni modo. Es que aún no entiendo. Esta canción la escribió alguien, la leyó otro, la grabaron varios y la promocionaron otros tantos, y nadie dijo: “¿Esto es en serio una canción que llamaremos con el indicativo nacional, +57?”.

De hecho, hablemos de algo que los que me conocen saben que amo: el branding y, por ahí derecho, el naming. Haber les cuento, es tan importante la marca país que tiene una entidad gubernamental para ello que se llama ProColombia, encargada de promover la imagen de Colombia a nivel internacional. Sus esfuerzos se centran en atraer inversión extranjera, impulsar el turismo y fortalecer las exportaciones. Sí, esto es más serio que sacar una canción de contexto. De la imagen del país dependen cientos de familias dado que no hay una industria que produzca más trabajos indirectos que la industria del turismo.

Y es por ello que menos entiendo el motivo de seguir creando música para perpetuar estereotipos. Que alguien les diga que es casi 2025. Este es un claro ejemplo de lo que sucede cuando creamos por gustos propios o intereses, y no basados en datos, tendencias y mucho menos la audiencia como base del producto. Pues aunque la gente llenó el Bernabéu cuatro veces, no está dispuesta a permitir que se sigan resaltando temas como la pedofilia, las drogas y la cosificación femenina. Esta generación tiene límites muy claros y está dispuesta a defenderlos a historias y posts, pero los defiende. Pues las marcas, sean corporativas o personales, tienen influencia no por el producto que venden sino por los valores que representan, y siento que aquí algunos cayeron por el desespero de sacar a flote al compañerito que va atrasado.

Pero claro que no esperábamos una canción que hable de nuestro café, de la pujanza de Medellín, de la salsa Caleña, de las murallas de Cartagena, de las playas de Santa Marta y mucho menos del progreso de Barranquilla. Bien lo dijo René Pérez Joglar (Residente): “Para una canción de dos minutos necesitan 20 escritores”, así que tranquilos, que no es eso, pero tampoco esperábamos tremenda propaganda a las drogas, el alcohol, la pedofilia y, como cereza del pastel, tomaran nuestro indicativo nacional como título para esta obra.

En cifras, el país invierte en promedio 60 millones de USD anuales solo en ProColombia para la ejecución de las estrategias de marca, sin contar lo invertido por la Cancillería y el Ministerio del Exterior. Solo para que los guardias migratorios no digan “Colombianos por aquí, los demás por allá”, como dijo el guarda del aeropuerto Ezeiza (Argentina) la primera vez que salí del país y entendí que era tener un pasaporte como el mío. A nadie le revisaban las maletas con tanta vehemencia como a nosotros. ¿Qué buscaban? Pues droga, ¿por qué? Porque a alguno se le dio por darnos el título de traficantes a todos, porque sí, porque justos pagan por pecadores.

Pero bueno, sigamos hablando de branding. Es atrevido e injusto venderle al público una canción como la más disruptiva en exaltar el nombre del país cuando al final es una canción más de reggaetón. Por otro lado, gerentes de marketing y branding, ojo con las colaboraciones. No porque tengan los millones de seguidores y la mayor influencia, puede este artista, influencer o creador de contenido ser el representante de sus valores de marca. Es que no me imagino a ProColombia pagando por los derechos de esta canción para que sea el próximo soundtrack de sus videos promocionando al país.

¿Qué han hecho mucho limpiando la imagen del país? Pues muchas gracias, pero ahora ya nadie está hablando de “mami, prenda la radio, encienda la tele”, sino de “una mamacita desde los fourteen”, y es que acaso ninguno sabe que a mayor poder, mayor responsabilidad? Y es que ¿cómo vamos a acabar con el imaginario global de Colombia igual a drogas, igual a prostitución, igual a secuestros, igual a prepagos? Estamos todos en el mismo bote y con una sola intención: enriquecer la marca país.

Hay una asociación de cafeteros que grita por el mundo que nuestro café es el mejor, bailarines, artistas, marcas, entidades que trabajan hombro a hombro para consolidar a Colombia por su diversidad, cultura y gente decente. Reconozco que la estrategia de naming fue brutal, pero si esta canción fuera un meme sería “lo que pedí, lo que recibí”, porque cuando uno decide poner algo tan significativo para más de 50 millones de personas como título de una canción es porque la va a romper, pero aquí lo único que se rompió fue la reputación de todo un país… ¿Que la borren? No, que cambien el nombre a -57.

Nota: mientras escribía esta columna escuchaba “Canto a Colombia” de Juan Luis Guerra.

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