El 2024 fue un año de quiebre en la forma en que entendemos la influencia, la reputación y la conexión con las audiencias. Las elecciones presidenciales de Estados Unidos y la creciente relevancia de las comunidades locales sobre las grandes figuras públicas nos dejan aprendizajes invaluables para el mundo del marketing.
Hoy, más que nunca, los números de seguidores y el alcance mediático están perdiendo peso frente a la autenticidad y las relaciones personales.
La caída de la influencia masiva: Las elecciones de Estados Unidos como estudio de caso
Las elecciones presidenciales de 2024 demostraron que el respaldo de grandes figuras públicas y los medios de comunicación tradicionales ya no garantizan el éxito. A pesar de un impresionante despliegue mediático y el apoyo de celebridades como Beyoncé, Taylor Swift y Oprah Winfrey, la candidata demócrata Kamala Harris perdió frente a Donald Trump, quien obtuvo 312 votos del Colegio Electoral, según el informe oficial de la Comisión Federal Electoral.
Este desenlace pone en evidencia una desconexión entre las campañas tradicionales basadas en alcance masivo y la percepción real de las personas de a pie. Un estudio de Edelman Trust Barometer refuerza esta idea: el 76% de las personas confían más en "alguien como yo" que en figuras públicas o grandes corporaciones. Este cambio indica que las decisiones, tanto políticas como de consumo, están más influenciadas por la confianza en círculos cercanos que por las estrategias tradicionales de influencia.
Más allá de las figuras públicas, las comunidades locales y los grupos pequeños han demostrado ser los verdaderos motores de las decisiones colectivas. Un análisis de Nielsen encontró que el 83% de los consumidores se sienten más influenciados por recomendaciones de amigos y familiares que por cualquier tipo de publicidad. Además, en redes sociales, los microinfluenciadores (aquellos con menos de 50,000 seguidores) generan un engagement un 60% mayor que los megainfluenciadores, según Influencer Marketing Hub.
Este fenómeno tiene profundas implicaciones para el marketing y las relaciones públicas: la conexión emocional y la confianza, construidas a nivel personal o comunitario, están desplazando la relevancia de las métricas masivas. Esto no significa que los grandes números carezcan de importancia, sino que deben complementarse con estrategias centradas en la autenticidad y la personalización.
Lecciones de estas elecciones que serán tendencia en el 2025:
Los estudios y las cifras nos dan una hoja de ruta clara sobre cómo abordar este cambio de paradigma en el marketing:
- Priorizar la autenticidad: El público busca conexiones genuinas. Según Sprout Social, las marcas percibidas como auténticas tienen un 57% más de probabilidades de fidelizar a sus clientes. Esto requiere una narrativa transparente y voces que representen los valores reales de la marca.
- Invertir en microinfluenciadores y comunidades locales: Las marcas que colaboran con microinfluenciadores experimentan un retorno de inversión hasta 4 veces mayor que aquellas que se enfocan en grandes figuras públicas, según Statista.
- Humanizar el mensaje: El marketing contemporáneo debe ser emocional y relacional. Un informe de PwC encontró que el 71% de los consumidores cree que las experiencias personalizadas fortalecen la lealtad hacia una marca.
En un mundo donde las herramientas tecnológicas y la automatización son esenciales, la verdadera influencia proviene de lo humano. La confianza, las relaciones personales y la conexión genuina son los activos más valiosos en un entorno cada vez más competitivo y saturado.
El desafío de la industria no es simplemente alcanzar audiencias masivas, sino construir vínculos significativos que resuenen a nivel emocional. Al fin y al cabo, la influencia real no se mide en números, sino en confianza y autenticidad que lleva a ventas.
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