
La nueva edición del evento revela cómo las marcas transforman el festival en un laboratorio de experiencias, propósito y resultados.
El Festival Cordillera 2025 confirma lo que la industria del mercadeo lleva algunos años intuyendo: los festivales de música se han consolidado como escenarios estratégicos de comunicación. Más allá de ser espacios de entretenimiento, son plataformas donde las marcas despliegan estrategias integrales que combinan branding, experiencia y performance. Lo que sucede en el Parque Simón Bolívar durante dos días en septiembre no solo es una fiesta cultural, es también un termómetro de cómo evoluciona la relación entre consumidores y marcas.
Desde P&M identificamos cinco tendencias que definen el rumbo de la comunicación en este tipo de eventos: sostenibilidad, activaciones arriesgadas, experiencias VIP, branding absoluto y performance. Todas ellas se manifiestan con claridad en Cordillera 2025 y marcan aprendizajes valiosos para la industria.
1. La sostenibilidad como propósito desde el origen
Cordillera no se limita a "sumar" acciones ambientales a su estructura. El festival fue concebido con la sostenibilidad como ADN, y eso se refleja en cada decisión: desde la boletería hasta la producción logística. Bajo la dirección de Páramo Impacta, Cordillera ha conseguido hitos que lo diferencian en la región: sembrar más de 58.000 árboles en tres años, elevar la gestión de residuos al 100 % y reducir de manera progresiva la huella de carbono.
Para 2025, además de compensar con créditos certificados de The Community Forests en el Caquetá y Amazonas, el festival ha incorporado innovaciones como baños secos, lavamanos con agua lluvia y generadores atmosféricos de agua. Incluso los artistas llegan con vuelos compensados en alianza con LATAM Airlines. Esto convierte al festival en un modelo de cómo la sostenibilidad no solo comunica, sino que estructura la experiencia.
Las marcas que participan deben alinearse con este propósito desde el diseño de sus activaciones. No basta con tener un stand atractivo: cada acción debe ser coherente con un consumidor que exige responsabilidad y transparencia. En este escenario, el propósito no es un discurso: es el filtro que legitima o descarta una presencia de marca.
2. Activaciones arriesgadas y con sentido
La segunda gran tendencia es la evolución de las activaciones BTL. En 2025, las marcas dejaron atrás lo seguro y apostaron por propuestas arriesgadas que generan conversación. Coke Studio, por ejemplo, no solo llevó un show con La 33: instaló paneles solares, convirtiendo su espacio en un manifiesto de energía limpia. Adidas apostó por un espacio al aire libre completamente orgánico, integrado al parque, que reforzó su narrativa de sostenibilidad.
Club Colombia transformó su activación en un club vivo, donde se podía pasar del bingo a un show de Delirio, creando un journey experiencial prolongado. Terpel duplicó visitas al asociarse con Altoque, integrando música y gastronomía urbana. LATAM Airlines trascendió el stand y llevó su mensaje de vuelos sostenibles a un centro de acopio que conectó directamente con las preocupaciones ambientales de los asistentes.
Este tipo de apuestas muestran cómo la comunicación en festivales evoluciona hacia narrativas multisensoriales que no solo buscan atraer, sino generar impacto y memorabilidad. Para los equipos de mercadeo, el reto está en medir estas experiencias: ¿Cuánto incrementa la asociación positiva con la marca? ¿Qué tan efectivas son en impulsar intención de compra o consideración?
3. Experiencias VIP como evolución del customer journey
Si en las primeras ediciones la zona VIP era apenas un complemento, en 2025 se consolidó como un ecosistema de experiencias. El festival amplió el espacio, diversificó la oferta y mandó un mensaje claro: el journey del consumidor ya no es homogéneo. Hoy se habla de micro-experiencias adaptadas a segmentos dispuestos a pagar más por exclusividad, comodidad y diferenciación.
Para las marcas, la zona VIP representa un laboratorio de fidelización. Es el espacio donde pueden entregar experiencias premium que van desde coctelería responsable (como el caso de Old Parr) hasta activaciones inmersivas con música en vivo, gastronomía curada y servicios personalizados. En términos de estrategia, esto se traduce en construir valor percibido y reforzar la identidad de marca en un grupo clave de consumidores: los early adopters y líderes de opinión que amplifican la experiencia en redes sociales.
4. Branding absoluto: omnipresencia en el ecosistema
Cordillera 2025 es un ejemplo de cómo el branding se ha convertido en omnipresencia. Desde tótems de carga solar hasta puntos de hidratación, desde zonas de comida hasta accesos principales, el parque se convierte en un lienzo de comunicación. Cada metro cuadrado es una oportunidad de posicionamiento y storytelling visual.
Sin embargo, la saturación plantea un desafío: cuando todas las marcas están presentes, ¿cómo destacar? Aquí la creatividad es el diferencial. No se trata solo de cuántos logos se ven, sino de cómo se integran en la experiencia. Las marcas que logran coherencia entre su discurso y su ejecución son las que generan recordación auténtica. El reto está en transformar el “branding absoluto” en “branding relevante”, evitando la dilución en un mar de impactos visuales.
5. Performance: del awareness a la conversión
Quizás la tendencia más reveladora es que Cordillera ya no es solo un espacio de awareness. Las marcas comienzan a usar el festival como canal de performance. Adidas lanzó un producto directamente en el festival, capitalizando la emoción colectiva como catalizador de ventas. Gatorade presentó Gatorlit por primera vez en Cordillera, arriesgándose a estrenar en un escenario no tradicional, con un público altamente receptivo. Terpel, al integrarse con Altoque, no solo generó experiencia: activó consumo inmediato y medible.
Este movimiento convierte al festival en un espacio de commerce experiencial, donde branding y conversión coexisten. El KPI ya no se limita a la visibilidad, sino que incluye métricas de ventas, leads o interacciones directas. Es la prueba de que la frontera entre brand marketing y performance marketing se diluye en escenarios de alta emocionalidad como los festivales.
La música como storytelling vivo
El cartel de 2025 refuerza la conexión entre música y comunicación. Rubén Blades conecta con la memoria cultural; Carlos Vives celebra la identidad colombiana; Ilia Kuriaky & The Valderramas irradian energía; Fito Páez suma poesía y rock; UB40 lleva un mensaje social en clave reggae. Orishas, Miguel Bosé, Paulo Londra, Serú Girán, Ximena Sariñana y Belanova completan una programación que no solo entretiene, sino que amplifica narrativas de diversidad, resistencia y comunidad.
Las marcas entienden que la música no es solo telón de fondo: es catalizador de storytelling. El patrocinio o asociación con un artista, un género o un momento específico del line-up se convierte en una oportunidad de posicionamiento emocional que trasciende la simple visibilidad.
Más allá de la gestión ambiental, Cordillera ha integrado dimensiones sociales que elevan el estándar. La participación de recicladores y mujeres pospenadas como EcoGuardianes no es un gesto simbólico, sino una acción concreta de inclusión laboral. Con capacitación, condiciones dignas y un mínimo vital de agua, estas iniciativas convierten al festival en un espacio de justicia social.
Para los equipos de comunicación, esto demuestra que la sostenibilidad debe abordarse desde una perspectiva integral: ambiental, social y económica. Las marcas que se suman a este tipo de dinámicas no solo comunican, también legitiman su papel como actores de transformación.
Cordillera 2025 deja lecciones claras para la industria de la comunicación:
- El propósito debe ser el punto de partida, no un añadido.
- Las experiencias arriesgadas son las que generan conversación y recordación.
- Los espacios VIP son una plataforma de fidelización premium.
- El branding absoluto exige creatividad para ser relevante.
- El performance en festivales es una realidad y debe medirse con KPIs claros.
- En un ecosistema donde los consumidores esperan coherencia, autenticidad y valor
- compartido, los festivales se convierten en escenarios clave para probar estrategias integradas.
Hacia un nuevo estándar en marketing y festivales
Lo que pasa en Cordillera no se queda en Bogotá. Este festival se consolida como un benchmark para la región: demuestra que es posible articular música, sostenibilidad y comunicación con impacto real. Las cinco tendencias identificadas marcan la pauta de lo que vendrá en otros eventos culturales y musicales, donde las marcas no podrán limitarse a “estar”, sino que deberán construir experiencias, resultados y propósitos claros.
Cordillera 2025 confirma que el futuro de la comunicación no se mide solo en impresiones, sino en emociones vividas, comunidades impactadas y decisiones de consumo transformadas. Para la industria, es la oportunidad de repensar cómo los festivales se convierten en el escenario más vibrante donde marketing, cultura y sostenibilidad bailan al mismo ritmo.