martes, julio 01, 2025
Intel

En la actualidad, el debate con la Inteligencia Artificial (IA) ha trascendido de los argumentos que hablan de si la herramienta viene a quitarnos el empleo o a propagar desinformación. La IA avanza a pasos de gigante y sus aplicaciones abarcan todos los campos productivos y creativos.

De hecho, va más allá de conversar con un modelo de lenguaje, hacer las tareas escolares o presentar resultados en formato de lista. El gran hito de la IA, como la conocemos hoy, es su capacidad de optimización de procesos. Complejos algoritmos realizan al instante tareas que al hombre de hace cincuenta años le costaría miles de horas calcular. Operaciones que antes estaban en los linderos de lo imposible ahora son efectuadas por dispositivos con la capacidad de almacenar e interpretar enormes cantidades de datos para ofrecer respuestas rápidas y prácticas a usuarios en todas las industrias.

En campos como el manejo de recursos naturales, la agricultura y la gestión de temas neurálgicos de las ciudades, la IA se muestra hoy como una herramienta poderosa con una gran capacidad transformadora. Y es en estos entornos, precisamente, en los que hay un gran optimismo sobre lo que viene en términos de ahorro, eficiencia, seguridad y crecimiento económico. Se trata de una apuesta por integrar esta tecnología en modelos que permitan un desarrollo más sostenible y acorde con las preocupaciones por un mundo más amigable con el medio ambiente.

Uso óptimo de recursos naturales

En este camino de simbiosis entre tecnología y desarrollo sostenible surge un aspecto sensible que, en los próximos años, con IA, será mucho más fácil de abordar. Se trata de optimizar la gestión de recursos naturales como el agua y la energía, un aspecto vital para contribuir a mitigar los efectos del cambio climático.

Un ejemplo nos dice mucho del potencial de la IA al respecto. Según reporta la organización Environmental Finance Center Network (EFCN), en 2020 la ciudad de Tucson, en Estados Unidos, implementó AI para hacer más eficiente su red de distribución de agua que alcanza los casi 7.500 kilómetros de tuberías. Al emplear machine learning, las autoridades desarrollaron un indicador para prever con precisión el rompimiento de un ducto. Todo esto analizando fallos históricos, información del suelo, el clima y el uso de la tierra.

Hoy ya está comprobado que la IA puede usarse para monitorear de manera continua y en tiempo real la calidad del agua, o para medir, registrar y optimizar la presión y reducir costos operativos. También tiene la capacidad de identificar y prevenir fugas en los sistemas de distribución al detectar anomalías en el flujo y en la presión. Incluso tiene la capacidad de sugerir cuánta agua debe usarse para riego, lo que ayuda a reducir el desperdicio.

Desde el lado de la energía hay casos similares del uso de IA para promover su uso óptimo. La IA habilita a dispositivos inteligentes en sistemas energéticos para mejorar de forma dinámica la distribución de electricidad. En los edificios, sistemas de energía con IA pueden registrar aspectos como ocupación, clima y uso de espacios para regular la iluminación, la calefacción o el enfriamiento. Y si pensamos en el consumo de combustible, pues ya la IA está apoyando a flotas de vehículos a moverse mejor para reducir los trayectos.

Ahora, si entendemos que Latinoamérica es considerada una de las despensas del mundo y la región con mayor biodiversidad del planeta, aquí también debemos ver las posibilidades de aprovechamiento de la IA como herramienta para mejorar, planear, optimizar, y evaluar los sistemas de producción agrícola.

En manos de los agricultores de hoy, por ejemplo, estas herramientas les permiten hacer mapeos de sus terrenos, vigilar en tiempo real sus cultivos, analizar las plagas o enfermedades que los aquejan o los amenazan, diseñar mecanismos para reducir el uso de químicos de control de plagas, entre otras, muchas otras, aplicaciones.

Moviendo ciudades sostenibles

La usabilidad de la IA como una herramienta del desarrollo sostenible también tiene diversas aplicaciones en las ciudades y a diferentes niveles.

Como usuarios podemos utilizar sistemas de navegación que optimicen nuestros desplazamientos. Así mismo, las administraciones locales están usando la automatización y gestión de datos para mejorar la movilidad, para optimizar el manejo y aprovechamiento de residuos, para medir la calidad del aire o para anticipar fenómenos naturales y climáticos.

En Bogotá, por ejemplo, una iniciativa de estudiantes busca ayudar a los conjuntos residenciales a separar los residuos automáticamente a través de dispositivos inteligentes. En Argentina y en México ya existen contenedores de basura que detectan el umbral de llenado. Y así como estos, otros proyectos en la región se enfocan en optimizar rutas de recolección o en estimar la generación futura de residuos.

Iniciativas y usos de una herramienta que puede aportarnos a construir la región, a mejorar la calidad de vida de los habitantes, a hacerla sostenible y productiva. La discusión de la IA como herramienta ya no puede estar ligada a si viene a quitarnos o no el trabajo: está aquí y podemos usarla para vivir mejor.

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AnaM
Fabian ruiz