jueves, julio 03, 2025

Vivimos en la era del algoritmo. Lo que se ve se cree. Lo que se comparte se sigue. Y lo que se viraliza se convierte en verdad cultural, incluso cuando nuestras raíces siguen viviendo fuera del mundo digital.

Entonces, ¿por qué seguimos usando la viralidad para amplificar lo superficial, cuando podríamos convertirla en una poderosa herramienta de transformación?

Hoy más que nunca, necesitamos que nuestras raíces y fuerza cultural sean visibles para las nuevas generaciones y que les recuerden a las anteriores que eso nos hace únicos y valiosos.

Nuestra diversidad cultural es y seguirá siendo nuestro superpoder para el futuro. Y esto no es solo tarea de las agencias, los anunciantes o las entidades que apoyan la cultura. Es una misión compartida entre creadores, marcas, medios y gobiernos.

El problema no es la ignorancia. Es la narrativa

Nuestras raíces están en nuestro ADN. Son parte de lo que somos y de lo que seremos. Lo que falta es darles nuevos espacios con herramientas de narrativa moderna que nos acerquen, no que las maquillen.

En un mundo gobernado por reels de 30 segundos, lo ancestral necesita dar un paso al frente y mostrarse en su máximo esplendor.

No se trata de simplificar nuestras tradiciones. Se trata de convertirlas en una experiencia. En algo que emocione, que sorprenda, que se recuerde.

El algoritmo responde a la audiencia, pero la audiencia responde a los creadores

TikTok, Instagram y YouTube no son enemigos de nuestras tradiciones. Son canales de acceso masivo que pueden ser aliados, si aprendemos a hablar su idioma.

Shina Novalinga, joven Inuk, usa TikTok para mostrar el canto gutural inuit junto a su madre. Ha acumulado millones de vistas y revivido una tradición casi perdida. Eso no es magia. Es estrategia cultural.

¿Dónde están los influencers de nuestras raíces?

Existen, pero los seguimos dejando en la sombra.

  • Naiomi Glasses, artista textil Diné y skater, combina moda tradicional con cultura urbana.
  • Michelle Chubb, @indigenous_baddie, mezcla activismo y moda para visibilizar la cultura indígena en TikTok.
  • Otyken, banda indígena siberiana, mezcla ritmos ancestrales con pop moderno y millones de vistas.

Hay talento, hay historia, hay futuro

Falta visibilidad. Necesitamos perderles el miedo a nuestras raíces.

Y que las comunidades ancestrales usen las tecnologías no solo como ventana, sino como puente. Necesitamos que nuestras interacciones digitales se aceleren con la misma intensidad con que compartimos escándalos.

¿Y las marcas qué?

Las marcas no solo venden. Crean referentes. Validan lo aspiracional. Construyen cultura.

Si pueden asociarse con cantantes y deportistas, ¿por qué no con sabedores ancestrales o líderes comunitarios?
Claro que se necesita valentía. Pero solo la valentía construye comunidad. Y comunidad no es hacer un video, montarlo en redes y desaparecer. Muy bonito el Cannes pa'l bono, pero… ¿cómo le estamos aportando a nuestra cultura?

Imaginemos esto: una plataforma en que las nuevas generaciones puedan aprender de los saberes ancestrales y entender de dónde venimos. Yo estaría apuntada en todas las clases. Necesitamos unir su conocimiento con nuestra cultura contemporánea. Crear puentes, no solo publicaciones.

Hagamos tendencia nuestras raíces

No se trata de tradición vs. entretenimiento. Se trata de convertir nuestras raíces en una fuerza cultural que nos motive como sociedad y como industria. De volver emocionante lo que hoy parece oculto o lejano. De hackear el algoritmo para que la sabiduría ancestral también haga parte del feed.

Artículo publicado en la edición #498 de los meses de junio y julio de 2025.

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Camilo Herrera
Fabian ruiz