
Este tipo de eventos exigen hoy a las marcas algo más que visibilidad: coherencia con el entorno, responsabilidad en sus acciones y un aporte real a la comunidad.
La sostenibilidad ya no es un diferencial en los festivales de música: es un requisito. Las marcas que participan en eventos como Cordillera deben alinearse con un propósito que va más allá de la visibilidad.
Para Catalina Orjuela, directora de Páramo Impacta, “Cordillera nace con la sostenibilidad en su ADN. No se adaptó después: desde la primera boleta vendida se sembró un árbol”.
A continuación diez formas concretas en las que una marca puede construir una presencia sostenible en festivales, cada una con acciones puntuales del Festival Cordillera, considera un referente de festivales de música sostenibles en la región:
1. Manual de producción responsable
El punto de partida de cualquier estrategia es la planeación. Un manual de producción con criterios ambientales y sociales es la herramienta que asegura que proveedores, creativos y equipos logísticos trabajen bajo un mismo estándar. Allí se definen aspectos clave como la gestión de residuos, el tipo de materiales permitidos, la disposición de estructuras, los horarios de montaje y desmontaje, y las normas que deben cumplir marcas y restaurantes. Sin esta hoja de ruta, es casi imposible garantizar la coherencia del evento con sus metas sostenibles.
Ejemplo Cordillera: todas las marcas reciben un manual de producción y de diseño que incluye desde la prohibición de amarres plásticos hasta recomendaciones sobre empaques, formatos de activación y visuales permitidos. Estos documentos alinean a cada aliado con el propósito del festival, evitando improvisaciones que puedan comprometer la sostenibilidad.
2. Sustitución de materiales nocivos
Uno de los grandes retos de los festivales es la eliminación de plásticos de un solo uso y de elementos desechables que terminan en la basura en cuestión de horas. Las marcas deben innovar en materiales reutilizables, biodegradables o reciclados, que además aporten a una estética más cuidada. Este cambio no solo reduce el impacto ambiental, también mejora la percepción de los asistentes frente a las marcas, que dejan de asociarse con contaminación visual y desperdicio.
Ejemplo Cordillera: los banners plásticos fueron reemplazados por telas sublimadas y estructuras modulares. El look & feel del festival exige que todos los elementos se integren armónicamente al entorno y eviten residuos difíciles de manejar. Con ello se eliminan toneladas de lonas plásticas que en otros contextos terminan en rellenos sanitarios.
3. Plan de reutilización posterior
Diseñar con visión sostenible implica pensar en el “día después”. Los materiales usados en el montaje no deben tener como destino final la basura, sino un proceso de reaprovechamiento. Esto puede ser a través de donaciones, reciclaje industrial o transformación en nuevos productos. Así, la inversión de las marcas adquiere una segunda vida y se conecta con la economía circular.
Ejemplo Cordillera: en 2024 se consolidó un proyecto con el IDT y la marca Bogotá para transformar banners en productos de merch. Los pocos que debieron producirse fueron entregados a talleres en cárceles, donde se elaboraron bolsos y accesorios. De esta manera, un residuo se convirtió en objeto de valor con impacto social positivo.
4. Eficiencia energética
La energía es uno de los aspectos más críticos en festivales. Escenarios, barras, activaciones y zonas de descanso requieren grandes consumos eléctricos. El reto es reducir la dependencia de plantas de diésel y migrar a fuentes renovables. Para las marcas, esto significa diseñar activaciones que prioricen tecnologías de bajo consumo, paneles solares, baterías de almacenamiento e iluminación LED.
Ejemplo Cordillera: en 2024, el festival logró cubrir el 17% de su operación con energía solar. Además, se instalaron torres de iluminación solar y baterías de almacenamiento en la aldea de producción y en escenarios, evitando el uso de 70 galones de combustible fósil. Las marcas que activaron en el evento tuvieron que sumarse a estos criterios, asegurando coherencia en el consumo energético.
5. Gestión responsable del agua
El agua es uno de los recursos más limitados en eventos masivos. La presencia de miles de asistentes puede significar el uso de cientos de miles de litros si no se implementan sistemas de ahorro. Las marcas deben acompañar la estrategia del festival mediante instalaciones de bajo consumo, baños secos, baños vivos o estaciones de recolección de agua lluvia. Además, deben evitar prácticas que generen desperdicio en sus propias operaciones.
Ejemplo Cordillera: en la edición de 2024 se instalaron 40 baños vivos y 6 secos, usados por 1.512 personas en dos días. El consumo total fue de apenas 2 litros de agua, en contraste con los más de 150.000 litros que habrían gastado baños tradicionales. Además, se generaron 720 litros de fertilizante líquido y 49 litros sólido, demostrando cómo la gestión hídrica puede convertirse en recurso.
6. Coherencia con el ADN del festival
Una marca no puede limitarse a montar un stand aislado: debe conectarse con el relato del festival. Si el evento tiene como propósito la reforestación, la reducción de emisiones o la diversidad cultural, las marcas deben reflejar esos objetivos en sus mensajes, dinámicas y propuestas. De lo contrario, su presencia se percibe como oportunista y desconectada.
Ejemplo Cordillera: cada boleta vendida equivale a un árbol sembrado. Gracias a esta política, en 2022 se plantaron 17.812 árboles, en 2023 19.281 y en 2024 21.560, para un total de más de 70.000 árboles. Las marcas que se suman al festival financian y visibilizan este esfuerzo, integrando la reforestación como parte de su narrativa en el evento.
7. Educación a través de la experiencia
Los festivales son espacios ideales para educar desde la vivencia. Las marcas pueden convertir sus activaciones en experiencias que enseñen sobre sostenibilidad, economía circular o consumo responsable. Juegos, dinámicas gamificadas, QR interactivos y talleres son formatos efectivos para transmitir mensajes que trascienden el espectáculo.
Ejemplo Cordillera: en la Aldea Páramo Impacta, las marcas participaron en un pasaporte de sostenibilidad con códigos QR distribuidos en puntos estratégicos como la granja solar o los baños secos. Los asistentes recorrían estas estaciones para aprender sobre las iniciativas ambientales, integrando educación con entretenimiento.
8. Respeto por los ecosistemas
Los festivales suelen desarrollarse en parques o entornos naturales que requieren cuidado especial. Las marcas deben diseñar activaciones que no interfieran con áreas protegidas, nidos de aves, cuerpos de agua o vegetación nativa. La instalación y el desmontaje deben planearse para dejar el entorno en las mismas condiciones en que se recibió.
Ejemplo Cordillera: el festival se realiza en el Parque Simón Bolívar, pulmón ecológico de Bogotá. Durante el montaje y desmontaje se trabaja con el IDRD y la Secretaría Distrital de Ambiente para proteger las zonas de avifauna, evitar que se talen árboles y respetar el ecosistema acuático del parque.
9. Diversidad cultural y social
La sostenibilidad también se mide por la capacidad de incluir y generar oportunidades. Las marcas que participan en festivales deben promover la contratación diversa, apoyar a comunidades locales y reforzar la equidad de género en su operación. Este aspecto proyecta coherencia y credibilidad frente a los asistentes.
Ejemplo Cordillera: en 2024 participaron 98 mujeres pospenadas vinculadas gracias a la Fundación Pasósfera, además de 90 recicladores de oficio, 170 personas de limpieza y 70 ecoguardianes. También se incorporaron bicicargueros y motocargueros para facilitar el trabajo del equipo de residuos. Cada activación de marca tuvo que alinearse con estas políticas de inclusión social.
10. Alianzas y continuidad
El impacto de una marca no debe terminar cuando finaliza el festival. Las alianzas a largo plazo con fundaciones, proyectos ambientales o comunidades locales aseguran que las acciones no se queden en un fin de semana, sino que dejen un legado real.
Ejemplo Cordillera: el festival mantiene convenios con organizaciones como WWF, Parque Jaime Duque y Fundación Argos. Además, impulsa proyectos de reforestación en Bogotá y Santa Marta, con la meta de ser Carbono Neutro en 2025. Varias marcas han extendido su participación a estos proyectos, reforzando su credibilidad como aliados de impacto y no solo como patrocinadores.
En conclusión, diseñar una presencia de marca sostenible en un festival implica comprender que cada activación es parte de un sistema más grande. No se trata solo de visibilidad, sino de coherencia con el propósito, innovación en materiales, aporte educativo y respeto por la biodiversidad.