Creo que muchos —si no todos— los que trabajamos en el mundo de la comunicación y el PR nos hemos hecho estas preguntas frente al avance acelerado de la inteligencia artificial.
- ¿Seguiremos siendo relevantes como relacionistas públicos?
- ¿Con plataformas como Gemini o ChatGPT, la gente dejará de consumir medios tradicionales?
- ¿Qué pasará con el poder de las relaciones si los mensajes ya no necesitan intermediarios humanos?
- ¿Cómo garantizar que la reputación de una marca siga siendo construida con propósito y no solo con prompts?
- ¿Si todos podemos escribir, diseñar y automatizar, qué diferencia a una gran estrategia de una simplemente funcional?
Sin lugar a duda, todas estas preguntas son relevantes, y algunas de las respuestas aún inciertas pues evidentemente la irrupción de la IA no solo transforma herramientas: configura hábitos, redefine interlocutores y desafía el rol que históricamente hemos jugado como guardianes de los mensajes, los medios y la reputación.
Sin embargo, un reciente artículo The Economist “AI is turning the ad business upside down” me hizo repensar en cómo las relaciones públicas tendrán un revolucionario rol en esta nueva era. En 2025, ese mapa de poder se ha ampliado de forma silenciosa pero contundente: ahora también debemos aprender a influenciar modelos de lenguaje como ChatGPT, Gemini o Claude. Y eso implica, como bien lo plantea The Economist, influenciar sus fuentes.
Brian Stempeck, CEO de Evertune, lo dice sin rodeos: “PR is one of the biggest levers you can pull.” ¿Por qué? Porque si los grandes modelos de lenguaje se entrenan y actualizan con el contenido disponible en la web —desde artículos, fichas de producto y blogs, hasta PDFs, FAQs y publicaciones en medios— entonces la construcción de reputación, visibilidad y narrativa digital ya no es solo para las audiencias humanas, también es para las inteligencias artificiales.
Este giro redefine el PR como una herramienta crítica no solo para aparecer, sino para ser citado, recomendado o incluso replicado por las máquinas que hoy intermedian gran parte del conocimiento. El contenido útil, profundo, detallado y bien posicionado —a veces aburrido para los humanos— puede ser oro para un LLM. El press release técnico que nadie lee, el artículo de fondo con data precisa, o incluso una buena descripción de producto, pueden ser el nuevo SEO conversacional.
Y en este escenario, el PR se vuelve más estratégico que nunca. Ya no basta con tener cobertura mediática, hay que pensar qué contenidos perduran, cuáles son rastreables por los modelos, y cómo construimos activos digitales que no sólo informen, sino que también enseñen a la inteligencia artificial quiénes somos.
Claramente, aún no es una realidad que en GJ Comunicaciones tengamos todas las respuestas, ni todas las herramientas necesarias para influenciar a quien influye. Pero este artículo nos invita a cuestionarnos más allá de las dudas inevitables que plantea la era de la IA. Nos reta a asumir que también hay oportunidades claras.
Oportunidades que implican repensar nuestro rol, implementar estrategias para entender cómo evolucionan los canales, investigar cómo los algoritmos consumen la información y acompañar a las marcas a construir una reputación, un propósito y una narrativa que también hablen el lenguaje del futuro. Porque si el poder de influenciar sigue siendo nuestro, ahora también debemos aprender a influenciar a quien influye.
También le puede interesar: Mercadeo consciente: liderazgo para un nuevo paradigma