martes, julio 01, 2025
Diego J

Durante años, el marketing de influencers en Colombia ha girado en torno a una premisa básica: pagarle a una persona influyente para que publique un contenido que impacte a su audiencia. Esa lógica, aunque efectiva en sus inicios, ya no responde a las necesidades de un ecosistema que exige agilidad, eficiencia y resultados medibles. Hoy, las marcas que verdaderamente están ganando terreno no son las que tienen más contenidos en redes sociales, sino aquellas que entienden que el contenido generado por creadores puede ser el motor de un marketing más efectivo.

En lugar de limitarse a la visibilidad que ofrecen los perfiles de los influencers, las empresas que lo están haciendo bien están utilizando ese contenido como activo central que alimenta múltiples canales: televisión conectada, medios digitales pagos, publicidad exterior digital e incluso vitrinas de comercio electrónico. El creador ya no es solo un canal: es una fuente creativa que puede integrarse a una campaña estructurada de 360 grados.

Este enfoque representa un cambio de paradigma urgente para el marketing, que en muchos casos sigue atrapado en dinámicas lineales de pauta y producción. En un entorno donde los presupuestos se ajustan constantemente y los tiempos de ejecución se acortan, las marcas no deberían seguir ejecutando estrategias por separado que conllevan producciones poco eficientes. Trabajar con ángeles de marca que conecten con sus valores ya no es un lujo de las grandes firmas; puede ser parte de la estrategia general, asegurando contenido de calidad, trabajando en el propósito y conectando con los indicadores de la compañía.

Uno de los grandes retos para lograr este objetivo es la separación entre el creador y el canal. Es decir, el contenido puede ser producido por un influencer sin necesidad de ser publicado en su perfil, o publicarse en ambos, como ocurre en algunos casos. Así, el influencer funciona como una microproductora creativa que ofrece insumos versátiles, bajo el control total de la marca. Esto representa una ventaja crítica: mayor coherencia en el mensaje, capacidad de adaptar piezas a diferentes formatos y control sobre el rendimiento de cada activo.

Otro pilar esencial de esta transformación es la posproducción. En lugar de invertir en múltiples rodajes, las marcas pueden transformar una sola contratación en decenas de versiones adaptadas a distintos canales, públicos y objetivos. Esta optimización no solo reduce costos, sino que mejora el retorno de la inversión al garantizar una presencia unificada en el ecosistema de medios. Es un enfoque especialmente útil para empresas colombianas que buscan visibilidad en múltiples sectores, como por ejemplo educación, comercio, moda, retail digital, tecnología, hogar, deporte, entre otros.

El punto más estratégico y sensible en todo esto es la forma en que estamos utilizando tecnología como la IA. Si bien es cierto que algunas herramientas nos ayudan a recomendar creadores y generar versiones del contenido para diferentes plataformas, los briefs, los bullets establecidos para los creadores y el storytelling hecho con IA, sin una integración seria con profesionales, suelen descontextualizar o reducir el nivel de efectividad. Porque lo que potencia esta nueva lógica de ecosistema frente al influencer marketing tradicional es la consistencia en la estrategia de persuasión.

Ahora, es importante decir que la verdadera transformación no está solo en las herramientas, sino en la filosofía de marketing que contemple cada marca. Para que este modelo funcione, los equipos de marketing en Colombia deben dejar atrás las estructuras organizacionales que aíslan el marketing de influencers de las áreas de medios, creatividad o performance. Hoy, el contenido de creadores debe pasar al frente como un activo estratégico que se planifica, distribuye y mide con la estrategia global. Cuando esto ocurre, el contenido deja de ser un gasto táctico y se convierte en una inversión que impulsa resultados comerciales reales.

Esta evolución también fortalece a los propios influencers, que tradicionalmente han sido vistos como unidades tácticas. Al demostrar que el contenido trasciende las redes sociales y aporta valor en medios pagos, e-commerce y campañas integradas, estos perfiles ganan peso estratégico dentro de las marcas y se convierten en puentes clave entre creatividad, tecnología y performance.

Esto implica cambiar la forma en que las marcas se relacionan con los creadores, no como proveedores externos, sino como extensiones del pensamiento estratégico, y exige a los equipos de marketing operar con estructuras más fluidas, capaces de orquestar contenidos como un ecosistema coordinado.

En un mercado como el colombiano, donde el consumidor es cada vez más exigente, el contenido auténtico, adaptable y de alta calidad es un diferenciador crítico. Pero más allá de la autenticidad, lo que marcará la diferencia es la capacidad de las marcas para planificar, potenciar y escalar ese contenido como combustible del negocio. No se trata de hacer más publicaciones, sino de activar mejor cada recurso disponible.

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