jueves, marzo 28, 2024
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James

Por: Andrés Gomez V. Country manager FTI Consulting. James Rodriguez tiene reputación. La forma de saberlo es simple: cuando lo sacaron del Madrid la culpa no fue de él, sino de Zidane que no lo ponía a jugar dónde era. Todos –unos más, otros menos- nos convertimos en sus defensores y embajadores de su marca.

A James lo defendemos cuando lo atacan. Lo queremos con argumentos y con emociones. Pero además lo conocemos: buen ser humano, no muy creído, extraordinario en lo deportivo. Sabemos de él sus gustos, infancia, tartamudeo, etc. Sabemos no sólo quien es, sino que atributos tiene y eso nos lleva a tener una buena apreciación de él que se traduce en confianza.

James, en el fondo es un jugador reputado. Él, cómo cualquier compañía o cualquier marca, no nació siéndolo, sino que la fue gestionando y construyendo ante sus audiencias de interés. Su reputación se convirtió en un factor esencial en el valor de su marca.

Una reputación que hay que construir a diario. Cuando uno le pregunta a un directivo de una compañía por el EBIDTA, el margen, las ventas, la respuesta siempre es numérica. Cuando, por el contrario, se le pregunta por la reputación, la respuesta es un adjetivo. La reputación debería ser también un indicador numérico clave para el valor empresarial de una compañía y un elemento decisorio para la toma de decisiones.

Una reputación dada no sólo por quien la dice, sino por los otros, por sus audiencias de interés y por la experiencia directa de los clientes. Una mezcla de factores entre los que se destacan siempre el conocimiento, familiaridad, favorabilidad, confianza sobre una compañía o marca, y la capacidad de defenderla o pregonarla.

La reputación se hace, se construye y se comunica. Partiendo de la realidad y luego cambiando percepciones. No al revés. Es un tema de fondo de las compañías, tan importante como sus resultados económicos, pero pocas veces medido. Pocas veces gestionando.

Comunicar en el mundo empresarial es una tarea estratégica, que se debe hacer de esa manera. Hablar no es comunicar. Comunicar implica entender primero cual es el objetivo de negocio a impactar, a quién se le habla, persuadir a los que se les habla, pero sobre todo lograr resultados. Si no, todo se convierte en un gran ruido, pero poco efectivo.

El gran reto es empezar a medir y gestionar la reputación de la misma manera que se miden las ventas, los ingresos, los márgenes. Tener un valor de marca, tener un valor empresarial, tener una reputación, es construir una historia para cuando se está en la titular y vigente, pero también para el futuro.

James Rodriguez es un buen ejemplo de ello. Hoy juega, mañana no. Pero su reputación debe permanecer. En el fondo, es la metáfora para hablar de cualquier empresa, en la que es claro que la 10 uno no se la pone… sino que se la gana.

Stefanie Klinge
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